Guasave, Sin.- No me quiero morir todavía, dijo sonriente muy a su estilo doña Ubaldina, abuela de la campeona olímpica María del Rosario Espinoza.
Fue casi casi de las primeras que hacían fila en La Brecha al iniciar la jornada de vacunación contra el COVID-19, sentada esperando que la enfermera llegara hasta ella, la abuelita de 87 años de edad bromeaba muy a su estilo cuando se le cuestionaba sobre la pandemia y la necesidad de protegerse.
“No le tengo miedo ni al diablo, el diablo me tiene miedo a mí”.
Pero ¿se la ha pasado encerradita ahora?
“Sí, sí, a fuercitas”.
¿También le va a dar una patada al COVID-19 como Chayito?
“Sí, pues soy su abuela y a los perros también”.
El pie dice que lo sacó de usted, ¿es cierto?
“Sí”.
¿Ni el COVID-19 la ha detenido a usted?
“Siempre he viajado, no me he enfermado, ni lo mande Dios, ni tos me pega”.
¿Tenía ganas de vacunarse usted?
“Como no, no tengo ganas de morirme”, respondió la mujer de estatura alta y de cabello cano.
Una de sus hijas que la acompañaba y aprovecharía para aplicarse la vacuna, hacía musarañas detrás de las respuestas de “doña Uba”, acusándola de no tenerle miedo a la pandemia y no poderla detener, pero en contraparte, la abuelita de la campeona de La Brecha, aseguraba que ahora estaría más tranquila para seguir disfrutando la vida.
A su nieta, Chayito Espinoza, no la ve desde el mes de noviembre, siempre le pide a su hijo que la lleven cuando ellos van a verla pero estos llegan cuando ya vienen de regreso, acusó; se enteró que hace poco que la deportista fue inmunizada contra el COVID-19 y ahora que también ella lo está, ya podrán estar juntas sin problema.