Guasave, Sin.- Parada sobre los hombros de su madre, una mujer indígena que muy poco habla español, Elisa hacía malabares aprovechando el rojo del semáforo.
Eran alrededor de las 12:00 horas el raso del sol ya calaba y la temperatura de 35 grados no era nada agradable.
En el siguiente alto el acercamiento era obligado pero fue cuestión de que se sintieran observadas porque corrieron a refugiarse en el camellón, ninguna de las preguntas eran respondidas, se sintieron amenazadas.
Cuando se les explicó que no había de qué temer fue la madre de Elisa quien respondió, la pequeña de 8 años cuestionaba con su rostro sin saber qué estaba ocurriendo.
Ambas son chiapanecas, van de paso, dijo la madre de escasos 18 años de edad, con palabras entre cortadas, no hablan español solo mixteco.
La conversación no fue amplia solo se apreciaba el miedo en sus rostros aludiendo quizá a lo que vendría después. A lo lejos un hombre de playera de color rojo se les acercaba a cuestionarlas, con él una una mujer, no parecía indígena pero sí se les apreciaba inquietos por las visitas anteriores.
