Culiacán, Sinaloa. – Según el Instituto Nacional de Salud Pública, el 12.4% de la población adulta en México —cerca de 9 millones de personas— vive con diabetes, una condición que no solo impone retos físicos, sino también una carga emocional severa: el 60% de quienes la padecen presentan síntomas de estrés, ansiedad o depresión.
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El psicólogo Fernando Payares Bravo, asesor e investigador de la Universidad ISEP, explicó la compleja relación entre la diabetes y la salud mental, un vínculo que forma un círculo vicioso.
“La diabetes aumenta el riesgo de problemas emocionales por las exigencias constantes del manejo de la enfermedad, mientras que el estrés y la depresión afectan la adherencia al tratamiento, empeorando el control de la glucosa”, afirmó.
Este ciclo impacta directamente la calidad de vida de los pacientes, quienes se ven atrapados entre las complicaciones físicas y los problemas emocionales.
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Vivir con diabetes significa enfrentar una carga de estrés crónico. Payares detalló que las personas con esta condición deben monitorear constantemente sus niveles de glucosa, seguir dietas estrictas y cumplir con tratamientos médicos, lo que genera ansiedad y en muchos casos, desencadena hábitos poco saludables como el sedentarismo y el consumo de alimentos no recomendados.
“El miedo a complicaciones graves como la ceguera o insuficiencia renal es un factor que deteriora aún más la salud emocional de los pacientes”, agregó.
Depresión y diabetes: un binomio peligroso
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Los datos son alarmantes. La Secretaría de Salud estima que entre el 25 y el 30% de las personas con diabetes sufren depresión clínica, un trastorno que reduce la motivación para seguir las indicaciones médicas y aumenta el riesgo de complicaciones severas, e incluso de mortalidad. Payares señaló que esta situación se agrava debido a factores socioeconómicos, estigmatización y el acceso limitado a apoyo psicológico.
“El costo elevado de medicamentos y una alimentación especial genera estrés financiero, mientras que el estigma social deja a muchos pacientes en aislamiento”, explicó.
La urgencia de un enfoque integral
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Frente a este panorama, Payares destacó la necesidad de un enfoque de tratamiento que contemple tanto la salud física como la mental. Estrategias como la terapia cognitivo-conductual (TCC) han demostrado ser efectivas para reducir el estrés y mejorar la adherencia al tratamiento. También señaló que técnicas de mindfulness y meditación, ya implementadas en algunas clínicas, ofrecen a los pacientes herramientas valiosas para gestionar el estrés y controlar mejor su enfermedad.
“La diabetes afecta profundamente el cuerpo y la mente. La salud mental debe ser un componente esencial del tratamiento para mejorar la calidad de vida de los pacientes y ayudarlos a enfrentar los desafíos de esta enfermedad”, concluyó Payares.
La inclusión de apoyo psicológico y emocional no solo es deseable, sino crucial, para enfrentar esta crisis silenciosa que afecta a millones de mexicanos.