Culiacán, Sin.- Las temperaturas cada vez más extremas en Culiacán, sobre todo hablando del calor. Es el fenómeno del cambio climático, y de acuerdo con un estudio del investigador César Higareda Romero, de la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), los inviernos están prácticamente desapareciendo.
Según la investigación de Higareda Romero, análisis de años que abarca tres diferentes marcadores divididos por décadas, desde el 60-70, 80-90 y 2000-2010, las tendencias en las temperaturas en la ciudad de Culiacán advierten un incremento en los últimos 20 años, desapareciendo prácticamente los inviernos.
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“A partir del año 2000 para acá las temperaturas mínimas no rebasan los catorce años en promedio. En los 60, en los 70, eran de 8 o 10 grados, 4 grados menos, que eso, para en un espacio de un tiempo tan corto pues es bastante alarmante el incremento de temperaturas, prácticamente los inviernos han desaparecido”.
César Higareda Romero, investigador de la Facultad de Biología de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)
El calor, las altas temperaturas, de acuerdo con el conteo efectuado durante el análisis, los días por encima de 40 grados durante los dos últimos años se han visto rotos todos los récords, algo que de acuerdo con el investigador es una consecuencia del cambio climático.
“Nosotros hemos realizado un conteo de los días por encima de 40 grados, y estos dos últimos años se han roto todos los récords, la cuestión acá está en que el número de días con temperaturas por encima de 40 grados, ahora sí que se ha desbordado”.
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Esta situación no solo es local o regional, ya que, de acuerdo con César Higareda, la comparación mostrada con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) con los propios advierte una similitud muy grande desde las estaciones de la costa hasta la sierra, así como en las partes bajas.
Además, las lluvias también muestran parámetros alarmantes, y de acuerdo con los modelos del estudio del investigador universitario, de continuar el fenómeno de El Niño seguirá siendo seco, incrementando la probabilidad de veranos más largos e intensos, los cuales provocarían mayor consumo de energías durante más tiempo.
