Los Mochis, Sinaloa. Muchos hemos vivido o conocemos a alguien que le ha pasado algo sobrenatural o pasaron un momento de miedo al no poder tener el control de la situación, historias que a veces se creen y a veces no tanto, pero que al final de cuentas están ahí y que en estos días de brujas y muertos salen a relucir entre las pláticas de quienes se reúnen en algún convivio o algo parecido.
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Este tipo de anécdotas no están exentas de vivirlas quienes pertenecen a los cuerpos de emergencia o que de alguna manera están involucrados en estas actividades, por lo que en esta ocasión hablaremos un poco de una situación que les tocó vivir a un grupo de bomberos cuando acudieron a un incendio en una sindicatura del norte de Sinaloa, por allá en el año 2000.
– No había nada.
Hace varios años, a principios de los 2000 una llamada al número de emergencias alertó sobre un incendio en una casa habitación de la sindicatura de San Miguel Zapotitlán, este reporte fue pasado al Cuerpo de Bomberos de Los Mochis, quienes se encontraban en su base haciendo guardia, ya que era de madrugada.
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Rápidamente se pusieron el equipo necesario y se alistaron para salir lo más pronto posible hacia el incendio en San Miguel, que está a unos 15 kilómetros hacia el norte de la ciudad. Subieron a una de las máquinas y salieron a toda prisa aprovechando que al ser altas horas de la noche no había tanto tráfico en las calles.
Tomaron rumbo a la carretera internacional México 15 y doblaron hacia el norte. Todo iba bien, en el camino los tres tragahúmo que iban, platicaban sobre lo que tenían que hacer una vez que llegaran al lugar del incendio y otras cosas personales.
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Fue al estar en el tramo entre el 89 Batallón de Infantería y San Miguel que comenzó un banco de neblina y observaron que de la nada les salió al paso, en medio de la carretera, una mujer vestida de blanco y cabello largo a la cual nunca le vieron la cara ni los pies. El conductor rápidamente comenzó a pitarle, esto a pesar de que también llevaban las sirenas y códigos encendidos, pisó el freno, pero por más que trató no pudo sacarle al golpe y le pasaron por encima, incluso hasta sintieron como cuando un vehículo atropella a un animal.
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Ellos detuvieron la marcha metros adelante y se bajaron a revisar utilizando lámparas, pensando lo peor buscaron por la carretera, por la cuneta central, por las orillas, debajo del camión, pero tras varios minutos… no había nada.
“La alcanzaron a golpear con la parte del medio del camión y que se escuchó, así como cuando le pegas a alguien o agarras algo, y por abajo del carro, del camión, se escuchó, se pararon metros adelante y se bajaron ellos con las lámparas buscando, duraron como media hora buscando, el camión no tenía rastros del golpe… no había nada”, comentó uno de los bomberos que vivió la experiencia.
Aún estaban buscando a la mujer o lo que fuera que haya sido lo que golpearon, cuando sintieron un viento helado junto con una brisa, lo que hizo que se les pusiera la “piel de gallina” y decidieran mejor retirarse del lugar, para continuar su camino rumbo al incendio sin decir una sola palabra de lo que había ocurrido.
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Mañana no se pierdan la historia de un funerario que le tocó vivir en carne propia uno de los peores miedos que puede pasar una persona al estar rodeado de gente armada.