Guasave, Sinaloa. Toda una vida de experiencias y resiliencia, don Francisco Escárrega es un hombre cuya vida está marcada por un cúmulo de vivencias, desde alegrías hasta adversidades. Nacido en el corazón de una comunidad humilde, Tecomate, ha sabido enfrentar cada obstáculo con fortaleza y determinación, llegó a sus 100 años y en medio de su alegría por lograrlo, sufre la pena de haber pedido a un hijo.
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Apenas el 4 de junio celebró sus 100 años, la banda le tocó “Dos gotas de agua”, un hito que no solo marca el paso del tiempo, sino también la sabiduría acumulada a lo largo de un siglo. A pesar de un molesto dolor abdominal que lo aqueja, se autodefine como un hombre sano y fuerte, no padece problemas de salud, ni siquiera los propios de su edad. Ese al que atañe en plena entrevista, sabe que tiene una causa, viene del corazón por haber perdido a su hijo y es el motivo de sus lágrimas.
Don Francisco se siente agradecido con la vida y con Dios, su edad la atribuye a la bendición divina.
– “A mí me pagaban seis reales en aquel entonces, 75 centavos diarios era mucho dinero para uno, en el cine Murcia cobraban 5 y 10, eran películas mudas, no hablaban los monos”.
– ¿Y no padece ninguna enfermedad?
– “No, nunca me ha salido nada, todos los días yo me levanto a las 4:00 de la mañana”.
– ¿Cuál es la receta?
– “Apenas el de arriba sabe, mi Dios”.
– ¿Pero usted sigue disfrutando la vida?
– “Yo digo que mejor me hubiera muerto yo y no mi hijo Luis”, expresó don Francisco con lágrimas en los ojos, tratando de reponerse del dolor que le causa la muerte de “su muchacho”.
La celebración de su centenario fue una ocasión especial, llena de música y alegría, pero también marcada por la sombra de una tragedia, al día siguiente su hijo, quien ya padecía una terrible enfermedad, cayó en la cama de un hospital y ya no salió con vida de él. Este doloroso acontecimiento ha dejado una huella imborrable en su corazón, recordándole la fragilidad de la vida y la importancia de valorar cada momento junto a sus seres queridos.
A pesar de la tristeza que lo embarga, don Francisco continúa siendo un pilar de fortaleza para su familia, los ocho hijos que procreó en dos matrimonios, y de los cuales le sobreviven siete, pero también para sus nietos, quienes lo contemplan a su lado mientras permite la entrevista.
Reflexionando sobre las generaciones actuales, don Francisco observa con preocupación la dirección que está tomando la juventud, sintiendo que se pierden los valores que él tanto aprecia. Cuando se le pregunta sobre su longevidad y su secreto para mantenerse sano, don “Chico” simplemente sonríe y menciona una dieta balanceada y la práctica de actividades físicas. A pesar de que ya no puede caminar tanto como antes, todavía pasa tiempo en su “parcelita” sembrando algunos cultivos para el consumo personal.
La vida de don Francisco Escárrega es un testimonio de resiliencia, amor y perseverancia. A través de las alegrías y las penas, ha mantenido su espíritu indomable y su fe inquebrantable, dejando una huella imborrable en aquellos que tienen el privilegio de conocerlo.