Mazatlán, Sin.- Don Roberto Quintero Ramos forma parte de la historia del estadio Teodoro Mariscal.
Hace 24 años llegó con la convicción de deleitar el paladar de los aficionados, jugadores y toda persona que pasara por las afueras del inmueble para probar de sus ricos “perros calientes”. Desde las tres o cuatro de la tarde llega para instalarse en una nueva ubicación sobre la calle Justo Sierra, al igual que él varios vendedores buscar salir adelante en esta época de beisbol.
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Temporada tras temporada luce lleno su puesto al terminar cada encuentro, donde la gente busca cenar antes de irse a descansar a sus hogares.
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Por su mente vagan un sinfín de recuerdos, ya que su lugar tradicional se ubicaba a la altura de la puerta del lateral derecho, donde era la entrada para jugadores, directivos y los fieles seguidores de los rojos del puerto; ahí, el oriundo de la colonia Toledo Corro se hizo de muchos conocidos, amistades que en cada campaña llegaban a visitarlo para comerse tan siquiera un “perro caliente”, sin duda alguna una época que recuerda con mucha nostalgia.
“Con esta temporada serán 24 que llevo aquí en el estadio. Inicié en el lateral derecho, hay días buenos, hay días malos, varía la venta, pero hay que seguir trabajando”, comentó.
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Entre tantas anécdotas que compartió resalta la de los jugadores, que durante los encuentros le hacían pedidos para regalarle a los colaboradores del club, esas personas que dejan al 100 por ciento el terreno de juego, el club house y siempre están a disposición de las mejoras del estadio.
“Venía Daniel Fernández, Juan José Pacho a comprar hotdogs para los trabajadores del estadio, me pedían que les diera de cenar y al final ellos pagaban”, expresó.
Lleva en su “carrito” el recuerdo de su cuñado Don Joaquín
La ausencia de Don Joaquín, uno de los principales vendedores de botanas, cigarros y dulces se ha resentido en los alrededores del estadio, al cuestionar la afición sobre su paradero. Lamentablemente, el año pasado falleció un personaje que siempre buscó la forma de sobresalir, a pesar de sus capacidades diferentes. Su cuñado, Don Roberto, siempre lo recuerda y como parte de su gran esfuerzo, mencionó que siempre llevará entre sus cosas la caja donde Joaquín ofrecía su mercancía sobre un triciclo mientras con sus manos lo manejaba, debido a su impedimento por caminar.
“Era mi cuñado, lamentablemente falleció el año pasado, vivió conmigo 32 años ahí en la Toledo Corro. Mucha gente me ha preguntado por él”, dijo el vendedor ambulante.
Así como Roberto y Joaquín (QPED), la historia del club Venados de Mazatlán no solo se basa en sus campeonatos, peloteros, directivos o estrategas sino la diversidad de personajes que han formado parte de esta aventura a lo largo de siete décadas.