Guasave, Sinaloa. Un tema de alta relevancia para la economía mexicana es saber cuál es el impacto directo que un incremento arancelario puede tener tanto en los precios de productos básicos, como en las exportaciones nacionales.
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De acuerdo con Cristina Ibarra, presidenta de la Federación de Economistas de Sinaloa, el efecto de una subida en los aranceles trasciende a las empresas y afecta directamente al consumidor final, lo que podría desencadenar un reacomodo significativo en la cadena productiva y el comportamiento del mercado.
Explicó que, cuando un producto mexicano incrementa de precio por factores externos, como aranceles impuestos por un país socio, pierde competitividad de forma inmediata.
“Para las empresas, esto representa un impacto considerable, pero también lo es para el consumidor final, ya que el precio de los productos que consume se ve alterado. Todo dependerá de la respuesta que dé México. Si nuestro país impone aranceles equivalentes, el efecto podría ser mayor o menor, dependiendo del porcentaje y los sectores involucrados”, detalló.
Uno de los sectores más sensibles a esta posible guerra comercial es el de alimentos, especialmente aquellos productos que conforman la canasta básica. Si bien, México es productor de diversos bienes agropecuarios, hay insumos clave que dependen de la importación, como ciertos granos y frutas, cuya cadena de producción se vería directamente impactada por el incremento en los costos.
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Cristina Ibarra subrayó que no solo se trata de los productos en sí, sino de los implementos agrícolas y otros insumos relacionados que también sufrirían aumentos.
La presidenta de la Federación de Economistas de Sinaloa hizo especial énfasis en la dimensión exportadora de la economía mexicana, recordando que aproximadamente el 33 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México depende de las exportaciones.
“Si el consumo de productos hechos en México —no necesariamente de empresas mexicanas, sino bienes producidos en territorio mexicano— se reduce en un 15 por ciento o 20 por ciento debido al encarecimiento generado por aranceles, esto podría traducirse en una caída de entre 7 y 8 puntos porcentuales del PIB, lo cual es una afectación considerable”, explicó.
Entre los sectores más expuestos a este fenómeno están la industria automotriz y la electrónica, que figuran entre los rubros con mayor volumen de exportación hacia Estados Unidos. Ibarra señaló que productos como automóviles, camiones y componentes electrónicos, particularmente cables y sistemas tecnológicos, enfrentan una vulnerabilidad particular.
“Si una empresa planeaba renovar su flotilla o un consumidor estaba considerando adquirir un auto nuevo, el incremento de precios en un 20 por ciento podría disuadir esas decisiones de compra, contrayendo la demanda”, ilustró.
De igual forma, la economista puntualizó que esta contracción en la demanda de exportaciones no solo afecta a las grandes empresas exportadoras, sino que permea a toda la cadena de valor, desde proveedores de insumos hasta transportistas y servicios logísticos, generando un efecto multiplicador en la economía nacional.
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El panorama, según Ibarra, exige un análisis profundo y una estrategia de respuesta eficaz por parte de las autoridades mexicanas, con el objetivo de mitigar los impactos y preservar la competitividad de los productos