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Culiacán, Sin.– Después de dos años, en una semana podría llegar la justicia para Ana Carolina y Andrea Candelaria, jóvenes originarias de Tamazula, Durango, presuntamente asesinadas por elementos de la Policía Estatal Preventiva de Sinaloa, cuando realizaban un operativo de seguridad la madrugada del 27 de enero del 2020 en la sindicatura de Sanalona.
Durante la continuación de la audiencia de juicio oral celebrada este lunes en la Sede Regional de Justicia Penal Acusatoria y Oral Centro, en contra de Joel Noé “N”, a quien se le acusa de los delitos de abuso de autoridad, delitos cometidos por los servidores públicos, encubrimiento por favorecimiento y homicidio calificado, el imputado se reservó su derecho a hablar.
Por esta razón, personal de la Fiscalía General del Estado (FGE), solicitó una prórroga para el día martes 08 de febrero del presente año, donde se llevarán a cabo los alegatos de clausura, donde el juez de control Sergio Valdez, definirá si se declara inocente o culpable por participar en el crimen de las estudiantes.
Joel Noé “N” sería el primero de cuatro involucrados en este caso, en recibir sentencia por la muerte de las jóvenes de Durango. El comandante y encargado del operativo de esa noche, Carlos Alberto, conocido como “Comandante Níquel”, se encuentra vinculado a proceso pero en libertad; Ismael “A” se amparó; Alfredo “D” se encuentra prófugo de la justicia, y Luis Antonio “B”, fue vinculado a proceso penal.
El homicidio se registró cuando las jóvenes Ana Carolina, de 18 años de edad, y Andrea Candelaria, viajaban la noche del 26 de febrero del 2020, en un carro acompañados por Dulce María y Julio César, del “Templete” Sanalona a Culiacán, cuando supuestamente elementos de la Policía Estatal Preventiva les hicieron un alto, pero al hacer caso omiso, le dispararon a la unidad en 20 ocasiones.
De acuerdo a los datos de prueba presentados en la audiencia inicial, los agentes supuestamente alteraron la escena del crimen, plantaron un arma de fuego, limpiaron sus armas, colocaron pólvora en las manos de las víctimas, y detuvieron sin razón a los sobrevivientes del ataque: Dulce María y Julio César, por más de nueve horas.
