Culiacán, Sin.- Sergio Villalobos Navarrete sobreviviente de la matanza de Tlatelolco, ocurrida el 02 de octubre de 1968, a 53 años de esos hechos violentos, aún recuerda el retumbar de los balazos, la pérdida de sus amigos a manos de las fuerzas armadas y como un golpe de suerte logró salir solo con un rozón de bala en una pierna.
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Entrevistado en el mitin “2 de Octubre No se Olvida”, realizado por activistas de diversas organizaciones en la Plazuela Álvaro Obregón en Culiacán, Sergio, compartió a Línea Directa, que era estudiante de Química Metalúrgica en el Politécnico Nacional, tenía 17 años de edad y formaba parte del movimiento.
El día de la matanza, pensó que iba a ser una manifestación como otras; recuerda que él formaba parte del grupo de jóvenes que se encargaban de mantener el orden, cuando de repente empezaron a escuchar balazos, todos se tiraron al suelo, en la Plaza de las Tres Culturas y al ver que el ataque no cesaba, empezaron a replegarse hacia el edificio que se encontraba justo enfrente del lugar en buscar refugio.
“Nos agachamos ahí al escuchar las balas, pues para dónde corríamos, estaba atiborrado de gente, ya cuando empezaron a avanzar el ejército, matando al que se le ponía enfrente, empezamos a desplazarnos, mataron a muchos compañeros, se hizo una verdadera guerra en contra de los estudiantes desarmados”, platicó.
En el trayecto de la explanada al edificio una compañera con la que iba recibió un culetazo, por un momento forcejeó con un militar para defenderla y por suerte logró salir de ahí con su amiga en los brazos, pues se desmayó con el golpe que recibió. En el camino sintió como una bala rozó su cabeza, lo cual lo estremeció, pero debía seguir.
Al ingresar al conjunto habitacional contiguo al edificio Chihuahua, una residente les abrió la puerta de su hogar, ahí estaba lleno de personas refugiándose de las agresiones.
Sergio recuerda que los militares los sacaron de los departamentos y los mantuvieron en el sótano, mientras el miedo, el coraje y la impotencia los invadía. Más tarde los dejaron salir porque se hicieron pasar por residentes.
Platicó que se refugió en una habitación hasta las 5:30 de la mañana del siguiente día, hasta que el papá de su amiga lo llevó fuera de la zona, logrando salir prácticamente ileso.
“A las 12 de la noche empezaron a sacar a toda la gente que estaba en los departamentos. Yo me hice pasar por huésped de Tlatelolco, nos fuimos al departamento de ella, entonces permanecimos ahí y el papá me sacó en la madrugada, eso de las 5:30 hasta Reforma me sacó, y de ahí agarré un taxi para irme a trabajar, ya en la tarde salí y regresé a ver como estaba la situación y estaba tomado todo por la policía, el ejército, todas las escuelas estaban tomadas”, dijo.
Después fue detenido y encarcelado como preso político durante seis años hasta que gracias a las manifestaciones y presión de madres de familia, el presidente en ese entonces, José López Portillo concedió amnistía, pero con la condición de que se desterraran de la Ciudad de México.
Sergio se trasladó a Culiacán, en donde fue abrigado por los universitarios de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) en la que dio clases.
Expresó que muchas de las libertades que tienen los ciudadanos actualmente es gracias a esas manifestaciones que lamentablemente terminó en una matanza que no debe olvidarse.
Con lágrimas derramando por sus mejillas, Sergio recuerda esa fecha “con mucho sentimiento y coraje porque murieron muchos compañeros, es como si te mataran a un hermano, fue dura la situación y por no poder hacer nada, muchas veces no se hace conciencia todavía de lo que sucedió y porqué sucedió y la gente de ahorita subestima demasiado lo que pasó, los que estuvimos ahí lo recordamos”.
El 2 de octubre del 68 estudiantes de la UNAM y el Politécnico Nacional, así como profesores, obreros, profesionistas y amas de casa, buscaban un cambio democrático, mayores libertades políticas, civiles, movimiento que fue reprimido por el gobierno mexicano.
