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Un campo maltratado

El diésel es un insumo elemental para la actividad agrícola. Lo utilizan los agricultores a lo largo de todo el ciclo productivo, desde la preparación de...

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El diésel es un insumo elemental para la actividad agrícola. Lo utilizan los agricultores a lo largo de todo el ciclo productivo, desde la preparación de los terrenos y la siembra, hasta la trilla pasando en muchos casos por las labores de bombeo de agua para riego.

Ante ello se puede utilizar sin mucho margen de error como un parámetro confiable para analizar el comportamiento de la imparable carrera costos de producción contra precios de la cosecha de cultivos como el maíz.

Veamos. En 2013, en los primeros días de gobierno de Enrique Peña Nieto, el precio de ese combustible rebasaba apenas los 11 pesos por litro, mientras que la cotización del maíz al inicio de la cosecha del ciclo otoño-invierno 2012-2013 estaba a un poco más de los 4 mil 200 pesos la tonelada.

Bajo esos números, con lo equivalente de la venta de 2.65 kilogramos de maíz blanco en Sinaloa el agricultor podía comprar un litro de diésel.

Seis años después, con el precio del diésel por arriba de los 21 pesos el litro, y una posible cotización de entre 3 mil 800 y 3 mil 900 la tonelada del cereal cuya cosecha está a unas semanas de iniciar, los productores requieren de en promedio 5.5 kilogramos de maíz para tener un litro de diésel.

Si esto está ocurriendo con el principal combustible que utilizan los agricultores, hay otros insumos cuyo comportamiento en precios ha sido aún peor, como las semillas, el amoniaco y los seguros agrícolas.

Si quienes ahora están en el gobierno van a decir que ellos no provocaron esto, seguro se entiende, pero a lo que no pueden negarse, y a lo que no tienen derecho, es a no reconocer que ahora le corresponde a ellos atender el problema, con responsabilidad, con seriedad, y no descalificando y arremetiendo contra los agricultores, como hasta ahora ha sido el caso.

Se les debe un trato digno, sin el menosprecio con el que fueron tratados por el delegado del gobierno federal en Sinaloa, Jaime Montes, ni la humillante y convenenciera descalificación de los que hoy luchan como lo hizo la diputada local Graciela Domínguez Nava, quien dijo que los que hoy se manifiestan ayer solaparon el maltrato. Eso pinta de cuerpo entero el tamaño de su soberbia e ignorancia.

¿Que no compete a estos funcionarios la solución? Cierto, pero bien que pueden ser un conducto confiable para plantear en los más altos niveles un problema que puede detonar con mayores consecuencias si no se atiende responsable e inteligentemente.

Ambos, Montes y Domínguez, le deben una explicación a los productores sinaloenses por sus desplantes. A esos hombres y mujeres que han sabido superar heladas, sequías, plagas y otros desastres que le ha dejado la naturaleza, pero se ha topado a la más cruel calamidad, la que representan gobernantes insensibles, incapaces, petulantes y pagados de sí mismos, con una alta dosis de desprecio para quienes trabajan la tierra. Y hoy en un cambio de gobierno, precisamente es lo que esperan los agricultores, que las cosas sean diferentes, que los entiendan y que les den un trato más digno. Nada más.

Fuente: Internet

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