Concluyó la primera vuelta, y con ello el calvario de unos Tomateros que han realizado la más decepcionante de las campañas desde que Benjamín Gil está al frente del equipo, al menos en esa fase. El último lugar y 3.5 míseros puntos son la cosecha de esos 35 juegos que lo colocan en apremiante situación, por no decir que con pocas posibilidades de avanzar a postemporada.
La segunda vuelta los obliga a jugar casi a la perfección y los principales enemigos a vencer son Sultanes y Charros, a quienes debe superar en esa carrera por los puntos que eviten dejarlos al margen de una fiesta a la que han acudido los últimos dos años en calidad de finalista.
El barco se hundió irremediablemente por los pésimos resultados, no del cierre de este giro, sino de todo ese rol. Los guindas no supieron ganar en casa, que es donde mejor debían aprovechar. Lo estuvieron haciendo en gira, pero “la gasolina no les alcanzó” para cruzar todo ese escabroso camino y se quedaron varados.
Ganaron uno de sus últimos seis partidos y eso gracias a un error del pitcher en aquel tercer partido de la serie contra los Naranjeros que marcó la última batalla del primer giro en casa.
Todavía en el penúltimo partido existían posibilidades de alcanzar al menos el octavo lugar con algunas combinaciones y la ventaja de tener dominio sobre Monterrey. Pero el equipo nunca cambió la cara.
En algunos juegos se perdía por falta de bateo y en otros por las fallas de sus abridores y relevistas. Tampoco podemos omitir que cuando se necesitaba de un buen batazo la solución no estaba en la banca. Los Tomateros no tienen profundidad en ese renglón, excepto para funciones defensivas y corrido de bases.
La directiva tiene que buscar otras alternativas, so pena de despedirse muy temprano de sus aspiraciones no tanto por “La 14”, sino por competir en la postemporada. Refuerzos o cambios, tienen que ser más que urgentes.
Aquí el hilo no se ha reventado por lo más delgado, al menos hasta hoy, porque Benjamín trata de sacarle provecho al roster que le entregaron y al que le están moviendo piezas sin resultados. En otras condiciones, Gil ya estaría fuera de este club al que le ha otorgado cuatro campeonatos.
Pero a veces la paciencia se agota.
BUEN TRABAJO
Luis Carlos Rivera dejó a los Venados para aceptar el reto y correr el riesgo como manager con los Yaquis. Hasta el momento el exligamayorista ha tenido éxito, sobre todo en ese cierre de primera vuelta en donde ganó nueve juegos consecutivos para levantar de un penúltimo lugar a la tribu y llevarlo a un sitio al que, hace tres semanas, parecía imposible.
Rivera y los Yaquis han conseguido un 70 por ciento de posibilidades de clasificar, cuando al principio la nave no tenía un rumbo fijo y que obligó a sus directivos a remover al piloto Willie Romero antes de que fuera demasiado tarde. Y la corazonada parece haberles funcionado.