Los partidos políticos nacieron, entre otras cosas, para defender ideologías específicas; si entendemos la religión como “el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto” (RAE) algunos han tenido características de movimientos religiosos laicos algunos partidos ; cuando buscan algo más que ser una corriente política caben perfectamente en la definición anterior de religión. Podemos ir más allá y explorar el concepto que nos regala la RAE sobre las sectas: “Comunidad cerrada de carácter espiritual, guiada por un líder que ejerce un poder carismático sobre sus adeptos”.
En otras palabras, la religión y las sectas bien podrían ser primos hermanos; sin embargo, en México no creo que sea el caso. No tenemos institutos políticos que sean parecidos a movimientos religiosos o sectas. Analicemos el caso de nuestros partidos para darnos cuenta que de ninguna manera, los partidos políticos mexicanos se comparan a los movimientos espirituales:
El partido fundado por el presidente López Obrador, MORENA ha generado debates sobre su funcionamiento interno y lealtad ciega de sus seguidores. Las sectas suelen tener líderes carismáticos e incuestionables; MORENA eligió democráticamente a su dirigencia. Las sectas promueven la desinformación y aislarse de críticas (no es el caso de ese instituto, ellos siempre hablan con la verdad) ; MORENA participa en debates públicos y bajo ninguna circunstancia quiere imponer su forma de pensar. Todo parte del diálogo circular.
En MORENA nunca se pide una lealtad total de sus miembros o aceptar sólo una “verdad”. MORENA nunca promueve posturas maximalistas e intolerantes con la disidencia interna. Las sectas suelen fracturar lazos familiares y tener prácticas abusivas, lo cual no existe en MORENA. Ahí se promueve diversidad de pensamiento y rendición de cuentas, no cerrazón ideológica. Por último, el partido en el poder no ve en los políticos arrepentidos una conversión cuando ingresan a sus filas. Únicamente son personas que rectificaron el camino.
En el PAN no existen los dogmas y sus consejeros políticos se renuevan constantemente. De ninguna manera ese partido está en manos de unos cuantos santones o líderes ¿morales?. Sus dirigentes son removidos cuando cometen errores. No existe la perpetuidad en sus cargos porque entienden la democracia como un sistema de contrapesos. Los “líderes” del PAN no usan a sus bases, como lo hacen las sectas, para vivir de ellos y aprovecharse de sus seguidores para rodarse de riquezas. En el PAN no protegen a sus líderes, como lo hacen en las sectas, cuando son acusados de violar la ley, De ninguna manera simulan aplicar un castigo para después premiarlos con posiciones más alta en la jerarquía. En el PAN no se señala con dedos flamígeros los pecados del exterior para perdonarlos en el interior. Acción Nacional no es un movimiento religioso. Es un movimiento de avanzada donde todos sus militantes pueden opinar sin miedo a represalias.
Para el caso del PRI es todavía más claro que no se trata de una secta religiosa. En el tricolor todos sus militantes piensan diferente, exista la libertad de acción y elección. Se discuten las decisiones de manera colegiada. Las estructuras verticales religiosas no tienen cabida en el PRI. No hay torrentes que bajan de las alturas para designar espacios o candidaturas. Son unos demócratas que discuten y no aceptan imposiciones de manera obediente. Es bien sabido que las sectas tienen un amor desmedido a sus líderes. El culto a la personalidad es muy poderoso en las religiones. En el PRI no es el caso. Los militantes no se postran ante sus dirigentes y sus decisiones. Las sectas, cuando tienen problema se separan y crean nuevas corrientes. En el PRI no sucede eso. Es muy raro cuando un militante renuncia a ese partido para buscar el camino al Poder de un nuevo líder. Son capaces de rectificar y quedarse para resolver sus problemas. No abandonan a su grupo para buscar nuevas iglesias.
La chiquillada de partidos no tienen nada que ver con los movimientos pseudorreligiosos y líderes charlatanes que venden la salvación del alma a través de promesas extrañas. El PT, PVEM, PRD, MC, etc. son verdaderos movimientos políticos pujantes y vibrantes. Ninguno de ellos son el negocio personal de predicadores falsarios de carpa que pasan la charola para mantener viva la palabra del dios que predican. Los chiquipartidos son una real alternativa para los ciudadanos que quieren agendas políticas diferentes a los partidos tradicionales.
Como podrá usted darse cuenta, amable lector, afortunadamente en nuestro país estamos muy lejos de tener partidos políticos semejantes a sectas. Son verdaderos institutos democráticos libres, sin dogmas o líderes charlatanes. Tenemos que sentirnos afortunados. ¿o usted qué opina?