Culiacán del caos vial, los retenes, baches y topes, Sinaloa. Por razones que bien conocen quienes por ahí transitan, no son los propietarios de los medios (impresos, medianos y grandes, electrónicos) los que van a salvar al periodismo mexicano de los peligros intra y extra muros.
Si nos atenemos al fondo de la problemática, confiar en eso se acerca a un contrasentido, pues precisamente esos medios suelen irrespetar los derechos laborales de sus trabajadores (al menos en la realidad que en los estados conocemos).
Casi todas las cadenas televisivas pagan a sus corresponsales por honorarios, por nota “publicada” (transmitida) y, en general, aquellos no cuentan con un ingreso estable y seguro.
Además, con sus políticas editoriales, con frecuencia se les obliga a sesgar la información. Si se duda, dejen hablar libremente a corresponsales que han vivido, y viven, esa situación.
Es un hecho que, además de los bajos salarios, la mayoría de los reporteros también carecen de las prestaciones más elementales, como pago de séptimo día, seguro social, aguinaldo y vacaciones. Hay excepciones, pero son eso: garbanzos de a libra.
Así las cosas, se entiende que la jerarquía mediática remita todo el problema a la inseguridad (por cierto, padecida por la ciudadanía en su conjunto) y margine las otras cuestiones que le competen y son centrales en más de un sentido.
EMPEZAR POR EL PRINCIPIO
Se ha dicho y repetido: si los empresarios de veras quieren ayudar, pueden empezar otorgando sueldos que permitan vivir con dignidad, prestaciones y demás.
Hemos conocido de casos en que un trabajador de la prensa (como ya se dijo, en cualquiera de sus variantes) se enferma y tienen que andar viendo donde se puedan atender sin tener que sacrificar el ingreso de un mes o más inclusive.
Dejarse, pues, de poses y proceder con responsabilidad. Lo mismo vale para el gobierno que debe enfrentar la impunidad de los delincuentes que aumenta el riesgo de la profesión periodística.
Desde luego, también se debe reflexionar sobre la honestidad en el ejercicio profesional.
LAS COSAS EN SU LUGAR
La dignidad periodística tiene muchos enemigos, lo mismo en la oficialidad y el clientelismo epígono que en las calles y en la percepción social.
La mercadotecnia, hemos dicho y repetido, está sobre la función social; son muchas las empresas que imponen sus criterios y dejan escaso lugar al periodismo como tal.
Bien harían los dueños de televisoras y radiodifusoras en pagar y dar las prestaciones de ley a los periodistas cuyos servicios requieren.
No es la Panacea, es cierto, pero sería un punto de arranque esencial para la dignificación de un gremio cuya función cada vez es más peligrosa y expuesta a las desviaciones que propicia la necesidad.
¿SIN REMEDIO A LA VISTA?
Uno de los indicadores más importantes del grado de civilidad de un país es el trato que reciben los adultos mayores, discapacitados y población más vulnerable en general. Si ese parámetro se aplica al estado de Sinaloa, no es exagerado decir que estamos casi como se dice “en la calle”.
Han surgido centros de atención privados, algunos de élite que, en obvio, no puede pagar el común de los ciudadanos, y menos los que están en la pobreza y miseria, y hay otros más o menos accesibles para una familia de ingreso medio o medio alto. Cabe aclarar que algunos de esos centros de asistencia también reciben a personas que necesitan el servicio, sin cobrarles.
Pero casi todos los medianamente accesibles, en términos económicos, arrastran entendibles carencias. Hay voces que dicen que hay que investigarlos, auditarlos y demás, dada su condición de privados. Incluso varias de esas voces están asentadas en el ayuntamiento de Culiacán, para hablar de lo cercano.
URGEN ACCIONES CONSECUENTES
Que se debe regularizar la situación en todos los casos, de acuerdo, pero sin olvidar que esos centros de asistencia privada han surgido dada la incapacidad gubernamental para cumplir con una de sus funciones humanas centrales, y que en el inter no debe descuidarse la función.
Si no puede el gobierno estatal, ni el ayuntamiento, hacer su tarea al respecto, al menos que no obstaculice, ni ponga en riesgo la sobrevivencia de muchos ancianos y minusválidos, tanto físicos como mentales.
Mientras no se ponga remedio y no se atienda como corresponde a esos sectores, seguiremos viéndonos como un pueblo atrasado, inculto, incivilizado.
NADA NUEVO BAJO EL SOL
En la delegación del Infonavit en Sinaloa, la opinión, o la orden, en su caso, de AMLO, no cuenta. Así lo declaró a “Vértice de Sinaloa” la licenciada Martha Jiménez Torres: “lo que dijo López Obrador (detener los atrabiliarios desalojos) no se puede acatar… no se pueden hacer las cosas, así como así”.
Además, “por instrucciones del director general del Infonavit, Carlos Martínez, las solicitudes de información “deben de ser turnadas a la dirección nacional de comunicación social (y) sólo una vez que esa instancia lo apruebe, podrán ser respondidas a los representantes de los medios de comunicación en los estados”, dijo la encargada.
Por si algo faltara, la señora Jiménez advirtió que, si lo que se publicaba le acarreaba consecuencias, pues a tener cuidado. Bonita cuarta transformación.
EN EL TINTERO
-Nada bien se ve y muy mal está que, como publica el periódico estadounidense, The New York Times, el gobierno de AMLO “cumple con las metas migratorias de Trump”. Un entreguismo totalmente inapropiado que, se advierta o no, es rechazado tajantemente por el pueblo mexicano.
-En efecto, comenta el profesor Arredondo, personajes como la señora (diputada) Karla Montero son un claro despropósito que, filiaciones aparte, tendrán negativo costo político electoral para el morenismo. Así es.
-Esta columna aparece en “Vértice de Sinaloa” (verticedesinaloa.net); Línea Directa (https://www.lineadirectaportal.com); Didáktica (http://www.didaktica.com); Sitio Telles (http://www.jorgeluistelles.com) y en “Voces del Periodista”, revista del club de periodistas de México (vocesdelperiodista.com.mx). ([email protected]).