Los principales líderes de los poderes político, religioso y económico en México están contagiados de Covid 19.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador, el Cardenal Norberto Rivera Carrera, y el empresario más rico del país, y uno de los principales en el mundo, Carlos Slim Helú, han dado positivo para esa enfermedad.
Si esos personajes, que cuentan con todos los cuidados y recomendaciones de especialistas, han contraído el virus, ¿Qué podemos esperar los ciudadanos comunes y corrientes?
Es alta la peligrosidad del virus, mucho más de lo que las autoridades nos dijeron desde el inicio de la pandemia, y comprobada la universalidad en su ataque. Debemos entender que no hay motivos para que desoigamos las recomendaciones permanentes de la autoridad para que asumamos medidas preventivas esenciales de prevención, pensando que nosotros somos inmunes.
Muchos de quienes insisten en brincarse todos los protocolos no tienen ninguna necesidad de hacerlo. Otros por cuestiones de necesidad, porque si no trabajan no tienen nada que llevar a la mesa para sus familias tienen que salid, pero los hay que teniendo toda la oportunidad de quedarse en casa o cuando menos no participar en actividades de alto riesgo, lo siguen haciendo.
Mientras muchos trabajadores del sector salud siguen arriesgándose ellos y sus familias en cada momento para atender a los enfermos, irresponsables ciudadanos insisten en la movilidad como si nada estuviera pasando, acuden a antros, a bailes, a carreras de caballos, a partidos de futbol o de béisbol, y en lo general desprecian toda clase de protocolos, hasta el más elemental de usar cubrebocas.
Son ya más de 4 mil 500 muertos en Sinaloa y más de 150 mil en el país por esa enfermedad, superando las proyecciones más catastróficas que se habían hecho por especialistas nacionales y organismos internacionales.
Seguramente serán muchos más si no acatamos las medidas preventivas, con sus devastadores efectos en la economía. Ya no es cuestión de lo que diga y haga la autoridad. Está claro lo que ha hecho el gobierno, nos guste o no, estemos de acuerdo en ello o no. Es un asunto personal.
El Covid no respeta a nadie, ni al más poderoso político, ni al más alto líder religioso ni al más rico de México. Entonces, nadie está a salvo. Asumamos nuestra responsabilidad.
