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Lenguaje de mujer*

Hoy me desperté (como hace un año) con un aroma reconocible: 8 de marzo. Y supe que tenía que escribir sobre algún distintivo femenino. El lenguaje,...

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Hoy me desperté (como hace un año) con un aroma reconocible: 8 de marzo. Y supe que tenía que escribir sobre algún distintivo femenino. El lenguaje, como materia de construcción y como la capacidad de nombrar el universo, como  como cantaría Amparo Ochoa: es altamente femenino, pensé y me decidí a escribir sobre esta maraña de sentimientos:

Dividir a los hombres y a las mujeres a través de una diferenciación sexual, histórica, social o cultural es entrar a la fase del “determinismo” en donde se establece que la genética otorga poder y justifica el ejercicio de la autoridad, del dominio y la opresión por el simple hecho de ser diferentes constitutivamente. Pero hay un apartado que no debemos olvidar y que debería ser materia de estudio todos los días: la mujer es un emblema de la trasmisión lingüística.

A partir del lenguaje vamos construyendo nuestra identidad. Vamos creando un cuerpo de vida que nos hace establecernos en un apartado de la sociedad. El teórico suizo Ferdinand de Saussure nos decía que el lenguaje es una creación y actividad del hombre y la mujer, que nos hace diferentes y es materia de estudio y admiración. Otros estudiosos afirman que el lenguaje se transforma, innova y cambia por una necesidad natural.

Para Miryam Pedraza el lenguaje es un sistema semiótico; es por medio de éste que el humano aprende a interactuar con el entorno y con sus seres queridos, permitiéndole ser un ser social, adoptar una cultura, un modo de pensar y de actuar, adquirir creencias y valores, acumular experiencias que son la resultante muchas veces de pequeños e insignificantes hechos que regulan y guían su conducta. La pregunta es ¿Quién nos regaló ese lenguaje?

Para la feminista Jacqueline Clarac las mujeres han tenido un papel fundamental como guardianas y transmisoras principales de la cultura y del lenguaje en todos los grupos sociales, así como las regeneradoras (y generadoras diríamos, principalmente) permanentes de la sociedad y de la comunicación lingüística. ¿Entonces cómo aceptar que una sociedad que a través del devenir diario de su historia nombra las cosas de manera distinta (masculina afirmamos) sin sostener que son ellas, precisamente ellas quienes sostiene el lenguaje como un entramado de identidad? ¿Cuándo se trasgredió esta premisa sobre la herencia femenina sobre su condición? ¿Cuándo se perdió el lenguaje de mujer? No lo sabemos y basta recordar que nos han amamantado con la savia de sus palabras, con su manera de nombrar el mundo, la cosmogonía familiar, la suerte y la dicha.

No perdamos el asombro de señalar las cosas desde un punto de vista altamente femenino.

 

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*Este texto forma parte de la tesis de maestría “Vulnerar los espacios femeninos – Eliud Velázquez”

Fuente: Internet

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Eliud Velázquez Barba

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Eliud Velázquez Barba

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