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Las muertes del PRI

Desde hace algunos años se viene hablando de la muerte del PRI. Muchos ya tienen lista la lápida para coronar la tumba donde serán enterrados sus...

Juan Ordorica
Juan Ordorica | Analista y columnista Línea Directa

Desde hace algunos años se viene hablando de la muerte del PRI. Muchos ya tienen lista la lápida para coronar la tumba donde serán enterrados sus restos. En lo personal, el PRI no es de mis simpatías. No le tengo un especial cariño a ese instituto político. Algunos dirán que gracias al PRI tenemos unas cuantas instituciones exitosas en México; sin embargo, en la sumatoria total, el PRI termina con muchas deudas en su haber frente a la sociedad mexicana.

Bastante se ha escrito sobre la historia del PRI. No tengo intenciones de hacer un recuento de las efimeridades del otrora partidazo. Por otro lado, prefiero enfocarme en la herencia del tricolor a la democracia nacional. El PRI no nació para promover a la democracia. Se creó para aglomerar a los hambrientos del Poder postrevolucionario bajo unas mismas siglas para evitar que se siguieran matando por la presidencia o cualquier otro cargo público.

El mayor éxito del PRI no radica en la construcción de instituciones. Su mayor legado es la colonización de la cultura política mexicana. TODOS los partidos terminaron por adoptar las famosas “formas priístas del poder”: sumisión (disciplina le llaman los blandengues); fraudes (ingeniería electoral le llaman los mapaches); traiciones (lucha legítima por el Poder le llaman los facilitadores) y amor exacerbado por el poder (respeto a las investiduras le llaman los lambiscones).

El PRI comenzó el camino a la tumba el día que perdió la primera elección en México. El PRI no nació para competir. Nació para gobernar y arrebatar. Ser oposición no estaba en sus principios de doctrina. Para consolidar al PRI se necesitó de priistas. El PRI fue tan exitoso que no hay ideología mas poderosa en cualquier político que la priísta: estar en el Poder a cualquier costo y bajo cualquier circunstancia aún a costa del sacrificio del PRI.

Los priístas abandonaron al PRI porque ya no representaba los ideales originales del control del gobierno. El PRI sin Poder no es PRI; los priistas salieron a buscar su nueva casa. Su nuevo PRI.

Unos cuántos lo fueron encontrando en el PAN en las épocas de Fox, pero no se sintieron cómodos. Los panistas eran más opositores que gobernantes. Los priístas tuvieron que seguir buscando su nuevo nirvana hasta que la encontraron en MORENA. Ahí pudieron ser felices de nuevo en las praderas del Poder y del clientelismo.

Desde luego que quedan algunos priístas peleando las migajas en PRI, pero quedan únicamente por la pedacería del Poder. Se aferran a unas cuantas posiciones. Son como las familias caídas en desgracia que pelean por la última casa de la herencia de sus abuelos. No importa que la casa este en ruinas. Mientras ellos sean dueños del terreno los demás se pueden joder.

Los priístas acuñaron la famosa frase: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Ese mantra fue tatuado en sus mentes. Lo tienen muy claro. Muy pocos lo intentaron, pero la vida de la oposición es dura. Ahí no hay dinero; al contrario, hay que ponerle de la bolsa. El error de vivir fuera del presupuesto se convirtió en terror.

Sinaloa es un ejemplo de la muerte del PRI, pero no de los priístas. El tricolor se quedó sin bancada por primera vez desde que el PRI es PRI. Los priístas aterrados decidieron brincar a su nueva morada. No se puede culpar al PRI de no haber educado bien a sus cuadros. Los priístas están haciendo lo que les enseñaron a hacer: ser sumisos al Poder y jamás abandonar al poderoso.

Los priístas que se quedaron en el PRI en Sinaloa están por el estilo. Siguen agachados ante la dirigencia. Están tan adoctrinados que prefieren agachar la cabeza ante imposiciones de posibles candidaturas inútiles como la del Senado encabezada por Paloma Sánchez (la diputada pluri más a gusto del mundo) que defender el poco patrimonio que les queda.

El PRI ya se murió. Los priístas no. Esos están más vivos que nunca. El PRI, de aquí en adelante vivirá en el corazón de los ex militantes del PRI y en las entrañas de cualquier gobierno. Serán eternos. El PRI murió terrenalmente, pero como dicen en la película Coco seguirá existiendo mientras el último de los priistas lo recuerde.

¿Usted qué opina amable lector? ¿Qué tanta vida le queda al PRI? ¿Qué tanta vida le queda a los priistas?

 

Fuente: Internet

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