Los marineros de antaño cuando los barcos navegaban a ritmo de los vientos, bautizaron a la ausencia del mismo como “calma chicha”. Durante esos momentos de tranquilidad, nada se movía. No podían hacer mucho sin la presencia del combustible para el velamen. La vida política de Sinaloa vive esos momentos de calma. Los vientos están en paz y los marineros desesperados.
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Tras las pasadas elecciones de junio, MORENA borró cualquier vestigio de la oposición. Los despojos del naufragio prianista arrojaron una alcaldía, una diputación de mayoría y algunas posiciones plurinominales. Los “líderes” de los partidos quedaron reducidos a meros monigotes de trapo. No hay mucho que rescatar de ese desastre.
Por su parte, los huestes morenistas se llevaron todo el botín. Rubén Rocha supo amalgamar a enemigos históricos en torno a su persona. Las luchas uaseñas desencadenadas por varias décadas, quedaron en pausa (por el momento). Cuén y el PAS se incrustaron astutamente en las naves de la 4T; al resto de los marineros no les quedó otra que aceptar la integración del nuevo aliado. Ninguno se quiso quedar fuera de la repartición del gran premio.
Rubén Rocha ha sido cauto. Si bien ha filtrado nombres en posiciones dentro del gabinete, a muy pocos les ha ofrecido la certeza de ocupar cargo alguno. Sin embargo, los nombres que se han dado a conocer auguran futuras tormentas. La oposición al gobierno de Rocha no será ni vendrá del PRIAN (esos están a punto de ser catalogados como población vulnerable).
Como mencionamos unos párrafos atrás, las guerras uaseñas están en pausa, pero no se ha firmado ningún tratado de paz con el PAS. De igual manera, los grupos de MORENA se mantienen agazapados esperando no quedar fuera del reparto; por desgracia, muchos de ellos quedarán fuera. Eso es una certeza. El gobierno no alcanza para todos. Serán esos grupos inconformes los que rompan la calma chicha y suelten los vientos de tormenta.
La segunda oposición que se construya en el próximo sexenio, también saldrá del interior del gabinete. Más temprano que tarde aflorarán las rencillas entre miembros del mismo “equipo” del gobernador electo. Son muchos los agravios y la novedad del cargo dura poco. Los recuerdos terminarán por vencer cuando la monotonía del trabajo se haga presente.
Centímetro a centímetro se disputarán el poder al interior del Gobierno del Estado de Sinaloa. El grupo de los alcaldes, los morenistas puros, los neomorenistas, el PAS, los priistas incorporados, el rochismo, estarán en pugna en cada una de las dependencias. Algunas secretarías tendrán problemas de parálisis al convivir tantos grupos diferentes bajo el mismo techo. Irónicamente, el triunfo contundente de Rocha terminará por separar aún más a los grupos. Será curioso observar a varios políticos recibiendo órdenes de quienes consideraban sus enemigos históricos, y tener que obedecer sin reparo. Eso no durará mucho.
La calma chicha no puede durar para siempre. En los próximos meses veremos el inicio de turbulencias. Las rompientes pocas veces suceden de un momento a otro, la mayoría de las veces se obtienen con la suma de pequeñas rupturas de un sistema. Los actores del morenismo ya dejaron ver las primeras fisuras. Algunos alcaldes se niegan a incluir en espacios de sus administraciones a los aliados del PAS.
Eventualmente, el mismo PAS tendrá que decidir sobre su futuro. Los funcionarios emanados de ese partido se verán limitados en la promoción partidista para privilegiar a la 4T. Su marca se verá reducida, eso no les conviene. Ellos lo saben. Por otro lado, la lucha por el 2024 ya comenzó. Por cuestiones de género es muy posible que sólo exista una posición para varón en la búsqueda del Senado. Los alcaldes, diputados y miembros del gabinete quieren esa posición. Cuén lo sabe. Él necesitará otra plataforma.
¿Usted qué opina, amble lector? ¿Habrá marejada en el gobierno de Rocha o todo seguirá en calma por los siguientes meses?