Lo acontecido hoy en la caseta de Cuatro Caminos, donde dos grupos de productores agrícolas se confrontaron verbalmente y estuvieron a punto de llegar a los golpes, muestra con claridad una de las causas por las que son permanentemente abusados y ninguneados, tanto por el gobierno como por intermediarios que participan en la cadena productiva: la falta de unidad.
El mensaje que se manda con el espectáculo que montaron no es nada halagador para los objetivos de la lucha, y además evidencia lo que es visible pero siempre negado: hay diferentes intereses entre los participantes.
La invitación que hicieron las diversas organizaciones a la manifestación tenía como objetivo que les reciban la cosecha, que no les regateen el precio de los 4 mil 150 pesos comprometidos por tonelada y que representantes del gobierno federal den la cara ante este serio problema que están enfrentando.
Otro grupo de productores, que enfrenta esos mismos problemas, se sumó a la manifestación y exigió que se incluyera entre las demandas terminar con la denominada “cuota liga”.
Las dos posturas parecen justas. No es posible que tras cosechar el maíz con grandes dificultades, el productor se encuentre con que al final no les quieren pagar lo acordado e incluso no hay quien le reciba el grano.
No es aceptable, tampoco, que se les quite unilateralmente parte de la cosecha para financiar organizaciones “campesinas” que regularmente no les prestan ninguna ayuda. Este descuento es un verdadero atraco al auténtico productor.
Sin embargo, juntar ambas propuestas en un momento clave como este no es la mejor idea. Las dos cosas deben ir, sí, pero por caminos paralelos.
Meter el tema tan complejo y controvertido como el de la cuota en el momento y en el lugar en que se hizo parece solo llevar el propósito de bombardear el movimiento o exhibir a los líderes visibles de éste.
No es por defender la “cuota liga” ni a muchos de los convenencieros dirigentes de estas luchas. Es porque en realidad la gran mayoría de los campesinos participantes van precisamente por lo inmediato en estos momentos: la colocación de su cosecha, el pago completo y que el gobierno federal atienda la problemática y deje de ignorarlos.
Las dos cosas deben ir, eso es lo justo, pero no así.
Nada bueno es para los verdaderos campesinos, aquellos que realmente hacen trabajan la tierra, que se ensucian las manos y se enlodan los pies en los riegos, que sobreviven con grandes carencias de las escasas utilidades cuando las tienen, este tipo de enfrentamientos, cuyos promotores tienen intereses muy diferentes a los de ellos.
La conclusión es simple: Si unidos están jodidos, divididos no tienen salvación.