Durante los últimos días se han denunciado casos de fraudes en el municipio de Guasave mediante el ofrecimiento de casas-habitación casi regaladas o promesas de plazas de trabajo en la Secretaría de Salud.
Antes se ha hecho lo mismo con supuestos contratos para trabajo en el extranjero, promesa de becas para estudiantes, apoyos a personas de la tercera edad y hasta participación en granjas acuícolas.
El problema es que a pesar de los persistentes llamados a través de diversos medios alertando a la ciudadanía sobre el riesgo de ser timada, los sinvergüenzas siguen atrapando incautos y quitándoles el poco dinero que tienen.
Partamos de dos premisas sobre la mecánica que utilizan los delincuentes, como un intento de reducir la probabilidad de convertirnos en sus víctimas.
1.- Nadie va a venir a regalarnos algo a cambio de nada. Siempre se busca un beneficio, económico o político.
2.- Con frecuencia la necesidad de resolver una carencia o simplemente creer en algo nos hace perder la capacidad de ver las cosas con claridad y de manera razonable. De eso se valen muchos estafadores.
Y ante la facilidad e impunidad con la que actúan los delincuentes, hay dudas elementales que debemos plantearnos. ¿Cómo es posible que estas personas puedan realizar toda esta promoción sin que ninguna autoridad se dé por enterada, verifique la veracidad de la promesa y en su caso frene lo que puede ser un vil fraude?
Si se reúnen por ciento en diversos puntos, utilizan espacios públicos o visitan a las víctimas en sus domicilios.
¿Cómo es posible entender su omisión, si el gobierno todo sabe de nosotros, desde qué hacemos, dónde vivimos, cómo pensamos, a quién le debemos, hasta con quién y de qué hablamos, y estas gentes puedan actuar con absoluta libertad sin que nadie los frene?
Pareciera en ocasiones que la autoridad se convierte en cómplice de esos sinvergüenzas que buscan estafar a la gente aprovechándose de sus grandes necesidades, en vez de poner sobre aviso a los potenciales estafados.
No es que el gobierno deba estar detrás de cada ciudadano para decirle cuándo, por quién y cómo va a ser robado, pero si puede lanzar alertas cuando se detecten acciones sospechosas.
