Dentro de la realidad internacional existen problemas que se presentan día con día y en ocasiones tardan varios años en llegar, pero llegan.
Un problema serio, que se ha convertido en un desafío global, es la contaminación digital, el cual se ha venido desarrollando aún más como resultado de la pandemia de COVID-19, el aumento del trabajo en casa, el uso excesivo de telefonía celular, pero sobre todo, la falta de difusión y socialización del impacto que genera en el medio ambiente el uso indiscriminado de la tecnología.
FISCALIDAD O TRIBUTACIÓN AMBIENTAL
Se define como “cualquier pago aplicado sobre determinadas bases imponibles que se consideran de particular relevancia para el medio ambiente, y cuyo hecho ha demostrado un efecto negativo en el medio ambiente”, según lo escrito por Alberto Tarsitano, en su trabajo titulado “Aspectos Jurídicos de la Imposición Ambiental”.
Una de las principales finalidades de la fiscalidad ambiental, es crear conciencia del cuidado del medio ambiente, su naturaleza e incidir en cambios de conductas por las personas que generen mayor cuidado de la naturaleza. Lo mismo ocurre con las empresas, en cuanto a la prevención en el uso de tecnologías a través de la búsqueda de lugares con mejores condiciones climatológicas.
El Desarrollo Sostenible forma parte fundamental en la implementación de mejores políticas públicas basadas en el respeto y cuidado del medio ambiente, sin necesidad de comprometer la capacidad de las generaciones futuras, lo cual suma a la agenda 2030 de la ONU, según lo establece el Informe Brundtland.
¿CÓMO IMPACTA LA CONTAMINACIÓN DIGITAL EN EL USO DE INTERNET?
En cuanto a la contaminación digital que se está generando a través del uso de internet hay casos muy claros, por ejemplo, cuando las compañías eligen lugares que requieren el uso de energías por sus condiciones climatológicas y que no son las adecuadas para el cuidado de sus equipos tecnológicos.
En cuanto a la contaminación que se genera por la transmisión de datos, va entre 25 y 35 mil toneladas de dióxido de carbono al día, según Gabriela Jiménez Caas, del Instituto de Ecología de la UNAM.
En materia tributaria, existen retos fiscales importantes, sobre todo porque no hay manera de medir el impacto de la contaminación total ni sus efectos, ni una evaluación para su tratamiento fiscal. Además, existe el principio conocido como “The Polluter pays principle”, que se traduce como “el que contamina, paga”, que no siempre es el que se aplica o simplemente no hay una forma correcta de medirse ni evaluarse.
La parte monetaria no siempre compensa la afectación, en este caso, como ejemplo, se encuentra el impacto en la fauna marina, como los peces que como consecuencia de la contaminación, pierden la vida. En estos casos no hay una cantidad de dinero que pueda resarcir el daño a nuestros recursos naturales.
El Fondo Monetario Internacional elaboró un nuevo modelo, en el capítulo 3 titulado “Impacto macroeconómico a corto plazo de las políticas de descarbonización”. El organismo analiza la implementación de políticas de descarbonización y señala que el mundo debe trabajar en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el 2050.
Es un llamado a la economía mundial para que reduzca un 25 por ciento los gases de invernadero para evitar daños climáticos y cumplir con las metas de París 2015, lo anterior, significa que esta tarea no puede ser aplazada y concretamente se refiere a priorizar políticas públicas sobre el cuidado del medio ambiente al utilizar computadoras, celulares inteligentes, aplicaciones, entre otras.
En México se cuenta con la Ley del Cambio Climático aprobada en el año 2013 y reformada en 2018, donde se destaca el artículo segundo fracción primera, el cual se refiere al derecho de garantizar un medio ambiente sano, facultades para los tres órdenes de gobierno, y sobre todo la aplicación de políticas públicas que atiendan el cambio climático.
Este año, en la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios, se pusieron en marcha impuestos a combustibles automotrices, fósiles y no fósiles, además de gasolina y gas avión turbosina, entre otros, los cuales tienen un impacto en el medio ambiente.
No son pocos los retos que enfrentan los países rumbo a la Agenda 2030, comenzando con la difusión del cuidado del medio ambiente desde los hogares, al usar plataformas digitales, en los envíos masivos de correo electrónico, compras en línea, y todas las operaciones que finalmente implican un impacto en los recursos naturales.
Sumando pequeñas acciones cotidianas, se puede conservar y mejorar el medio ambiente.
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