Hace dos años en Culiacán a algunos equipos se les hizo engrudo la interpretación del Team Quality Balance. Se generó una inconformidad entre aquellos equipos que aseguraban tener la razón y donde, según ellos, el resultado de la ecuación era muy diferente al que estaba presentando la Confederación del Caribe.
Esta vez sucedió casi lo mismo en Panamá, donde todavía hasta un par de horas después de concluido el último partido del mini calendario regular, no estaba muy claro del todo quiénes debían disputar la corona al día siguiente. Finalmente, aun y cuando se habló de que hubo favoritismo al modificar una carrera limpia que terminó marcando diferencia en la decisión, fueron los anfitriones junto con Cuba quienes se agarraron del chongo por el trofeo y no por la lana.
En el 2017 la afición abandonó el estadio sin saber cómo quedaban las combinaciones en semifinales. Venezuela, México y Cuba tuvieron el mismo número de victorias y derrotas (3-1), por lo que fue necesario meterle calculadora para definir posiciones y las llaves.
Recuerdo que los representantes de equipos se fueron a sus hoteles sin una respuesta. La misma se hizo oficial en la madrugada del día siguiente.
Venezuela y México argumentaban ser el número uno y daban la impresión de eludir a Cuba. La decisión final arrojó que las Aguilas del Zulia tenían la razón. El enredoso sistema arrojó que ellos tenían un porcentaje de 0.059 mientras que el de los anfitriones (representados por Mexicali) era de 0.000. Los cubanos se convirtieron en espectadores en esa polémica. Sus cuentas le daban un -0.059 que los sentenció al tercer lugar.
Los venezolanos se enfrentarían a Puerto Rico (que calificó ganando solo un partido) en tanto que a México le tocó “bailar con la más fea”. Los boricuas no solo dieron la sorpresa eliminando a las Aguilas, sino que ganaron el título venciendo 1-0 a México que en semifinales dispusieron de los cubanos con ese mismo marcador.
NO CAMBIA. Para la Confederación el sistema seguirá siendo el más correcto y en espera de que los clubes lo entiendan a la perfección.
Pero, ¿acaso no vale la pena experimentar con lo tradicional?. De paso se eliminarían especulaciones como la de esa carrera que de la noche a la mañana de sucia se volvió limpia.
Con tres equipos por grupo y un “run average” como primer criterio de desempate, ayudaría a quemar menos neuronas y que el público lo entendiera más fácilmente.
Con el TQB al beisbol y la Serie del Caribe la convierten en un juego de ajedrez, lo hacen más complicado, de tal forma que hasta –a veces- ni ganando ayuda. La última entrada –para el que cierra y está arriba en la pizarra- no jugarla le termina perjudicando cuando tiene la necesidad de sumar más carreras.
Tiene muchos pros y muchos contras.