Julio César Chávez Jr. ha anunciado que volverá al cuadrilátero casi un año después de haber realizado su último combate. Pero su próximo rival no es un pugilista convencional, sino alguien que destacó en la UFC y que tras alcanzar fama decidió probar suerte en otra área que no fueran las artes marciales mixtas, disciplina que muchos la consideran muy salvaje.
Tampoco será la primera ocasión que el hijo de la leyenda se meta a esos terrenos. Hace cuatro años midió fuerzas contra otro elemento de la UFC, Anderson Silva, en Guadalajara, con una actuación que no le alcanzó para salir con los brazos en alto, pero sí para sumar su sexta y última derrota.
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El choque será en Anaheim (EEUU) contra Jake Paul, quien viene de enfrentar en noviembre al veterano y retirado Mike Tyson, duelo que no tuvo nada de espectacularidad por la enorme diferencia de edades. Tyson fue una especie de robot arriba del ring, sus piernas por obvias razones se vieron lentas, y los golpes que lanzó en todo el duelo se pudieron contar con los dedos de ambas manos.
¿Qué ganaría Chávez con esta pelea? Julio se ha encargado de señalar que vencerlo significaría un triunfo mediático, y le asiste toda la razón. También entiende que, de perder, las críticas vendrán en cascada porque sería superado por un deportista que no sabe pelear. Advierte que mucha gente no confía en él, por cómo ha llevado su vida fuera de los cuadriláteros, pero que este combate sería una motivación.
JC tiene 37 años y para muchos tal vez es difícil mantenerse en un alto nivel a esa edad. Pero si su motivación sabe mezclarla con disciplina, nadie debe criticarle ese esfuerzo y esas ganas de retomar su carrera que alguna vez lo llevó a convertirse en el primer mexicano en la historia en ganar un campeonato mundial de peso medio.
Que la pelea sería un circo, no me atrevería a considerarlo así. Julio sabe que enfrente tendrá un enemigo que tratará de lastimarlo y, por ende, no solamente buscará defenderse, sino descargar toda esa adrenalina acumulada en sus sueños de volver a colocarse en la élite del boxeo y aplicarse con el estilo que heredó del más grande pugilista en la historia de México.
Que mucha gente estará a la expectativa, no lo dudo, porque los últimos tres o cuatro pleitos de Chávez han estado rodeados de morbo, como las peleas de Saúl Álvarez, a quien muchos juran ya no ver sus combates, pero siempre están frente a la pantalla deseando –un gran número- verlo caer, porque desafortunadamente ha sido un boxeador que, pese a las millonarias bolsas que ha ganado, no termina de convencer a la mayoría de los mexicanos.
Mejor concentrémonos en una actitud positiva, y pensemos que, si Julio desarrolla un buen combate y consigue la victoria, nos habrá demostrado que su retorno va en serio y que merece una segunda oportunidad no solo en las preferencias del público, sino también de un combate por el título mundial.