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Son varios y complejos los factores que se conjugan para explicar (o tratar de) lo que está sucediendo en el mundo de hoy donde priva la confusión (y esto es decir lo menos); la negación de la obviedad (estar en las “redes”, como sea), por un lado, y su conversión en “verdades” falsas para consumo del mercado que se finca en la estupidización colectiva (afirmación fuerte, ésta, pero de simple lógica y sentido común, pese a los resabios de quienes se sienten afectados en su “libre albedrío”).

Los lectores de esta columna recordarán que aquí nos hemos referido con cierta frecuencia al llamado “Gatopardismo”, para ilustrar la realidad mundial, pletórica de confusiones y despropósitos.

Lo hemos hecho en ocasiones de manera directa, otras con símiles, comparaciones y metáforas.

ACECHA EL GATOPARDO

Giuseppe Tomasi de Lampedusa es el autor de la novela “El gatopardo”, cuyos personajes principales son el príncipe siciliano Fabricio de Salina, su sobrino Tancredi, su hija Concetta y otros familiares, así como don Calogero Sedara y su hija Angélica.

El alegato central de la obra es que las viejas prácticas permanecen luego de cambios supuestamente revolucionarios. La historia se desarrolla en los tiempos de Garibaldi y Víctor Manuel, cuando Italia es sacudida por la modernidad política y, al fin de cuentas, el sistema y sus inequidades continúa sin cambios de fondo.

La obra es rica en profundas reflexiones y las citas más conocidas, por su alto contenido crítico, se refieren al cambiarlo todo para nada cambiar, expresión perfectamente aplicable al riesgo que se corre en los tiempos actuales, si no se corrigen las bases mismas del sistema dominante en el mundo.

DE TANCREDI A SALINA

“Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”, le dice Tancredi a su tío, el príncipe de Salina, que está muy preocupado por la agitación republicana. Y así es, luego de “negociaciones punteadas con innocuos tiros de fusil… todo seguirá lo mismo, pero todo estará cambiado”.

“Sucederán muchas cosas, pero todo habrá sido una comedia, una ruidosa y romántica comedia con alguna manchita de sangre sobre el bufonesco disfraz”, agrega el pragmático político “moderno”; se librarán “batallas en las que se lucha hasta que todo queda como estuvo”.

Vea el lector si no viene a cuento Lampedusa, ante el riesgo más que presente de que, sin cambios de fondo, el sistema permanezca incólume y con él las desigualdades e inequidades que hasta ahora se padecen.

MÁS ALLÁ DEL CAOS

En Culiacán, un carísimo IMPLAN sigue imaginando, y medio armando, obras cuasi suntuarias, desde luego no prioritarias, mientras la ciudad se debate en el caos y el desgarriate generalizado.

La pre modernidad está en todas partes, a contracorriente de las acostumbradas cuanto inútiles declaraciones bien vestidas. Los referentes, múltiples, a la vista y sin remedio.

Como se sabe, las incapacidades y falta de visión frenan cualquier intento de modernidad real.

Sólo como botones: el tránsito citadino por rúas sin señales ni alguien que agilite lo conducente; calles sin letrero alguno que digan cuáles son, ni números; sin banquetas, ni camellones; el transporte urbano a la deriva, sin paraderos que se respeten, poniendo en riesgo constante a los usuarios. En suma: un verdadero desmadre, literalmente.

Que opinemos los ciudadanos, dicen en publicidad bien vestida. Que se pongan a trabajar y devenguen lo que ganan, primera y simple opinión.

EN EL TINERO

-Una de las empresas que venden estrellitas al mejor postor, la S&P Global Ratings, degradó “las calificaciones Crédito Real y la de sus notas senior”. Lo dicho: se debe cancelar todo trato con esas faramallas “calificadoras”.

-Eso de reyes, reinas, príncipes, princesas y demás yerbas nobiliarias en varios países del mundo, es caduco, obsoleto, fuera de tiempo, asunto del morbo y del decadente ambiente al que la liviandad ha llevado a este mundo ([email protected]).

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Jorge Guillermo Cano

Jorge Guillermo Cano

Columnista

Jorge Guillermo Cano

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