La mayoría de los productores agrícolas de Sinaloa celebra hoy el Día del agricultor. Lo hace en condiciones inéditas por la emergencia sanitaria y económica, pero siempre es buen momento para reconocer a esos hombres y mujeres que con tanto esfuerzo y riesgo producen los alimentos que los mexicanos consumimos.
Son sinaloenses que con gran tesón no solo deben enfrentar los frecuentes embates de la naturaleza, como ciclones, inundaciones o heladas, sino también otras calamidades generadas por la mezquindad, insensibilidad o incapacidad de muchos funcionarios que desde sus cómodas oficinas toman las decisiones más desafortunadas con alto impacto en la agricultura.
Ese menosprecio a la actividad que han venido padeciendo por décadas se refleja en la cicatera postura oficial de brindarles algo elemental que exigen para desempeñar su labor: certidumbre.
Se les sigue regateando un precio justo para sus cosechas, incumpliéndoles bajo diversos argumentos compromisos ya formalmente establecidos, como ha pasado con el maíz en proceso de trilla, obligándolos a dejar sus parcelas y salir a la calle para pedir al gobierno federal algo tan elemental como que honre la palabra empeñada.
Se sigue permitiendo un aumento desmesurado en los costos de producción, que reduce a su mínima expresión o incluso en ocasiones les cancela cualquier margen de utilidad.
Hay una tarea pendiente esencial para los hombres del campo: Que se les garanticen condiciones justas para la convivencia de todos los que intervienen en este proceso de producción, comercialización e industrialización de sus cosechas, que implica también una postura consecuente del gobierno, donde si es necesario intervenir con respaldo económico para contrarrestar factores externos propios del mercado global, lo haga con responsabilidad, transparencia y oportunidad.
Todo en un marco de respeto y trato digno, cuando menos.
En medio de condiciones tan adversas, felicidades a todos los productores agrícolas hoy en su día.
