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Del Grito al Mito y el Rito

Sin descargo de las barbaridades (se dan a granel) que escuchamos, como sucede cada año, en torno al llamado “Grito de Independencia”, conviene recordar la versión...

Jorge Guillermo Cano
Jorge Guillermo Cano | Jorge Guillermo Cano

Sin descargo de las barbaridades (se dan a granel) que escuchamos, como sucede cada año, en torno al llamado “Grito de Independencia”, conviene recordar la versión histórica que nos parece más confiable y veraz: la de Don Pedro García, quien fue testigo presencial en las acciones de la lucha insurgente, mismas que relata en su “Memoria sobre los primeros pasos de la Independencia”.

Esta es: durante la noche del 15 de septiembre de 1810, Hidalgo y Allende apresaron a la población española de Dolores y se retiraron a la casa de don Miguel.

Al día siguiente, domingo 16, llegaron los vecinos del pueblo a la iglesia, para escuchar la primera misa, “y como pasara un buen rato sin llamarla, empezaron muchas gentes a notarlo sin acertar con el motivo de aquella tardanza”.

ENTRE SORPRESA Y ALEGRÍA

Enseguida, continúa Pedro García, “no faltó quien empezara a informarles de que pudiera ser no hubiera misa, porque Hidalgo había en la noche anterior mandado aprehender a todos los gachupines y todos se hallaban en la cárcel”. Semejante informe “fue recibido por algunos con sorpresa aunque mezclada con algo de alegría…”

Fueron entonces a la casa de Hidalgo, éste salió y se explicó así: “mis amigos y compatriotas, no existen ya para nosotros ni el rey ni los tributos. Esta gabela vergonzosa que sólo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de la tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar… llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad ¡Viva la virgen de Guadalupe! ¡Viva la América por la cual vamos a combatir!”

LA GRAN DISTANCIA DEL MITO

Quizás no guste a muchos, pero el hecho es que ese día no hubo misa en Dolores, que Hidalgo explicó la situación e hizo su arenga en la puerta de su casa y que tampoco hubo campana que repicara, ni estandarte que idolatrar.

El testimonio de García ha sido recogido en la Antología de Historia de México, editada por la SEP hace unos años, que se basa en fuentes documentales serias y fundamentadas.

Compare Usted con lo que vemos y oímos en la ceremonia (el ritual) del “grito” cada año, es decir, la figuración histórica para motivar el ánimo popular en torno a una etérea visión patriótica.

¿INDEPENDENCIA Y LIBERTAD?

Ahora, 213 años después, sobrellevado el nacionalismo precario casi a fuerzas con gobiernos que siguen teniendo pendiente la real independencia del poder mundial, que requiere de una nueva insurgencia frente a la hegemonía económica, las ceremonias suelen ser oropelescas y rimbombantes, a tono con los tiempos en curso.

Pero, en fin, se soporta el ritual oficial y oficioso, en nacional y estatal cobertura, para solaz del ánimo colectivo, urgido del reconocimiento y la identidad que se cree alcanzar con el grito común.

Después, con la pena sobre pena y pena, regresemos a los referentes cotidianos de nuestra “independencia y libertad”. Qué se le va a hacer.

LA CONFUSIÓN A SABIENDAS

Lo que sucede con las alianzas impensadas en materia de principios, pero perfectamente comprensibles en la pragmática y el oportunismo político-electorero, sólo se puede plantear desde el ofensivo cinismo que niega el entendimiento y ofende a la inteligencia.

Los aliados “necesarios”, hemos escrito, se prometen “no hablar de lo que los divide” sino de “lo que los une”, pero nunca admitir la realidad de lo que los junta pues tendrían que reconocer que el usufructo del poder relativo y sus ventajas es la divisa primordial (y de hecho la única).

Bajo el influjo de los tiempos estrambóticos que nos han tocado, las alianzas de lo disímbolo en la forma, pero semejante en el fondo, no son, ciertamente, nuevas en este país que ves.

La cuestión elemental es: ¿de qué le han servido al pueblo y a la democracia?

Y esto viene a cuento por el prianredismo en crisis (y otras “alianzas” que vienen).

EN EL TINTERO

-Siguen los fines de semana reteneros (y también en el resto de los días) en esta ciudad que de capital tiene el nombre. Patrulleros deteniendo a quien les da la gana, mientras la debacle no tiene fin.

-La Constitución establece que eso es un delito y no hay reglamento que esté sobre ella. Les vale ¿y la flamante CEDH?  ([email protected]).

Fuente: Internet

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