En Los Mochis derechohabientes del Issste se manifiestan pacíficamente para exigir que el gobierno federal entregue presupuesto a esa institución a fin de que se corrijan problemas como la falta de médicos especialistas, medicamentos, cirugías y otros servicios.
En Guasave personas de la tercera edad acuden al llamado del IMSS para que les apliquen la vacuna contra la influenza, y se encuentran con que no hay. Tampoco muchos de los medicamentos que tienen que administrarse por prescripción médica de por vida.
Tanto en el IMSS como en el Issste decenas de cirugías se cancelan definitivamente o se posponen, con la recomendación al paciente de que si tiene recursos se la practique en una institución privada.
En todo el estado cientos de familias de personas contagiadas de Covid 19 se desprenden de las modestas pertenencias que tienen, se endeudan o recurren a la caridad pública para atender a su ser querido. Lo de la gratuidad en la atención a personas que contraen esa enfermedad es una farsa.
Personal médico se manifiesta en Culiacán para reclamar el pago del concepto de alto riesgo y del bono Covid por estar trabajando con pacientes positivos para esa enfermedad, que prometió el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
La encargada del área de Oncología del Hospital Pediátrico de Sinaloa afirma que es grave el desabasto de quimioterapias e insumos básicos para poder brindar la atención que requieren los niños con cáncer, lo que complica atenderlos como es debido.
Quienes más padecen las deficiencias del sistema de salud púbica son, pues, los más pobres, los que no tienen opciones. Ni tan siquiera se puede decir que ante su enfermedad quedan en la disyuntiva de comer o curarse en hospitales privados. Sencillamente no tienen el dinero ni para una ni para otra cosa.
Algo no anda bien en todo esto. ¿Es cuestión de ahorrar recursos, es negligencia, perversidad o incapacidad? Con la salud no se juega.
Bienvenida la austeridad, pero no la austeridad que mata.