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De crisis a crisis

Culiacán, 13 de abril 2020. En la búsqueda de la credibilidad indispensable en estos momentos de crisis, una condición insalvable es hablar con la verdad, reconocer...

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Culiacán, 13 de abril 2020. En la búsqueda de la credibilidad indispensable en estos momentos de crisis, una condición insalvable es hablar con la verdad, reconocer los errores y no pretender disfrazar una realidad que rebasa todo intento discursivo, pero que tampoco es el fin del mundo.

Sucede que las causas de origen de la crisis social (coronavirus aparte) permanecen; que las grandes asimetrías sociales están ahí y que las fuentes de la legítima inconformidad: inequidad mayoritaria y privilegios selectivos, continúan inamovibles.

En consecuencia, las probabilidades reales de cambio, en tanto el modelo neoliberal siga operando (a contrapelo de lo que se diga y repita desde el gobierno federal)  con todo lo que implica y de sobra conocido, son escasas.

Sin embargo, la nueva correlación de fuerzas políticas, en un contexto todavía claramente dominado por AMLO, abre expectativas de transformaciones sobre la base de modificar el modelo económico y establecer nuevas relaciones democráticas en el país.

CON LA ESPECULACIÓN EN RISTRE

La necesidad de los cambios efectivos parece ser una idea que cada vez cobra más adeptos, probablemente porque todos (o casi todos) estamos convencidos de que de su aceptación o rechazo depende la conservación del pacto social en México.

La derecha empresarial insiste en que México vive una “crisis de confianza”, además de la que ha ocasionado la pandemia,  y los “hombres de negocios” (los que mandan, que no son sus delegados en las corporaciones patronales) parecen apostar a que las cosas se pongan peor.

Si bien hay un descontrol en las variables económicas, en un movimiento del centro a la periferia mundial,  los cuestionamientos al programa económico se encierran en un círculo vicioso, con nuevos embates especulativos.

EL PISO NO ESTÁ PAREJO

El peso se ha devaluado casi un 25 por ciento, en efecto, y la inversión en el aparato productivo no se da en la medida que se requiere; se pierden cientos de miles de puestos de trabajo y el consumo naturalmente se retrae. Algunos rubros, como el turismo, sufren la crisis en mayor grado.

Pero en las crisis no a todos les va igual: pierden más las clases desprotegidas; los grandes capitalistas, en el mediano y largo plazo (algunos en el corto) terminan ganando y el costo de mantener sus “umbrales” es pagado por los más pobres.

Ahora bien, la crisis, qué duda cabe, está impactando a todos los sectores de la vida nacional. Su proporción y peso, sin embargo, es distinto, inequitativo y asimétrico. No es igual la carga que soportan los trabajadores de la ciudad y el campo que la de los grandes empresarios.

No hay compartición del peso de la crisis cuando la exigencia es que se garantice la ganancia, en primer término. En el colmo, la mínima merma en el “umbral de utilidades” se presenta como “pérdida” efectiva y cualquier paliativo salarial, o de prestaciones, se nulifica por el “impacto derivado de los costos”.

¿SÁLVESE QUIEN PUEDA?

La pandemia es un hecho, pero el problema se debe abordar racionalmente. No puede ser la única realidad, ni su carácter irremisiblemente fatal. Al presentarlo así, se está abonando al pánico social y las consecuencias, coronavirus aparte, se están viendo.

Muchos medios no están contribuyendo al enfoque racional que urge y el bombardeo de la tragedia “inevitable” ya está ocasionando ataques de pánico que no debieran darse.

Con el encierro de la población, casi única “estrategia” de gobiernos incapaces, se multiplican otras enfermedades y padecimientos. Tampoco habrá manera de enfrentarlos.

A ese paso, la enfermedad, cualquiera, se aposentará en los hogares sin solución a la vista.

EN EL TINTERO

-La inseguridad está alcanzando niveles no antes vistos. Guardia Nacional, Ejército Marina y demás, rebasados. En los estados, como Sinaloa, los gobiernitos casi de adorno, para la pose y la declaración manida. Que es el coronavirus, van a decir.

-En la Ciudad de México, en clínicas privadas, diez mil pesos, de entrada, para atender a sospechosos de coronavirus. En todo el país, en Sinaloa, desde luego, haciendo su agosto (quizás hasta allá llegue) la medicina privada. Hay de crisis a crisis.

-Aunque no les guste y quiera hacer el vacío el gobiernito de Sinaloa, con sus epígonos no gratuitos, es la UAS la que está sacando la cara, ayudando en serio, con sus propios recursos, sin ninguna colaboración oficial.

-Hay acciones necesarias, otras, como las de algunos Ayuntamientos y corporaciones, rayan en el ridículo. El otro virus de la tontería.

-Esta columna aparece en “Vértice de Sinaloa” (verticedesinaloa.net); Línea Directa (https://www.lineadirectaportal.com); Didáktica (http://www.didaktica.com); Sitio Telles (http://www.jorgeluistelles.com) y Síntesis de prensa, de Héctor Muñoz. ([email protected]).

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Jorge Guillermo Cano

Jorge Guillermo Cano

Columnista

Jorge Guillermo Cano

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