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Cuando no haya remedio

Cuando se evalúen en serio los evidentes perjuicios que han ocasionado las llamadas “redes sociales” quizás ya sea tarde, quizás ya lo es. Una sociedad que...

Jorge Guillermo Cano
Jorge Guillermo Cano | Jorge Guillermo Cano

Cuando se evalúen en serio los evidentes perjuicios que han ocasionado las llamadas “redes sociales” quizás ya sea tarde, quizás ya lo es. Una sociedad que ha perdido de vista valores fundamentales, es alimentada cotidianamente con lo peor de la condición humana.

Niños, jóvenes y desde luego adultos, cada vez más entran a la espiral de la descomposición, del relajamiento extremo. Los motores de la “acción” en las “redes” (que, en efecto, eso son) se circunscriben (en la gran mayoría de los casos) al morbo, la vulgaridad rampante y la veleidad.

Están quienes las defienden sin concesiones y se atrincheran en el argumento de que se puede hacer un buen uso de los Facebook, Twitter (X) y demás. Hay excepciones, cierto, pero olvidan, o no saben, que en el análisis social es la generalidad la que cuenta y, en la lógica correcta, el perjuicio rebasa ampliamente al beneficio.

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Lo que pasa es que el deterioro social es un buen negocio, que resulta de lo más conveniente para sistemas económicos y financieros injustos, inequitativos y farsantes.

A los defensores de las tales “redes” hay que decirles que, a las millonarias ganancias de sus dueños, miles de millones de dólares, ellos contribuyen con su sola presencia. Están, pues, les guste o no, al servicio del gran capital.

CURÁNDOSE EN SALUD

El consejero delegado de Apple, Tim Cook, que bien conoce los entretelones de las grandes empresas involucradas en las redes, recomendó dejar los celulares y “disminuir la interacción con las aplicaciones”. Una “mea culpa”, tibia, ante lo que está sucediendo en el plano mundial.

“Si miras tu teléfono más que los ojos de otra persona, estás haciendo lo incorrecto”, dijo Cook. Pero igual se sigue promoviendo la venta y consumo de los aparatos y la inserción en las ya tristemente célebres “redes”.

LA TRAIDORA “OPOSICIÓN”

Pasando a otra cosa, la medianía mediática, alineada sin rubor al poder del capital, como siempre no va al fondo del asunto y sobre los llevados y traídos aranceles trumpianos se queda en la superficie.

No dicen que, aunque habría un impacto negativo para México, en estricto serían más perjudiciales para Estados Unidos que para nuestro país. Ya se ha visto en ocasiones anteriores por más que se quiera ocultar.

Y lo mismo sucedería con la también publicitada “deportación masiva” que promueven los neonazis estadounidenses comandados por Trump y su copresidente Elon Musk.

Pero los “opositores” festinan todo lo que vaya contra nuestra población y lo asumen como “triunfos” de sus gestas inexistentes.

Traidores desvergonzados, sin más.

NO COMEN LUMBRE

Recuérdese que en la ocasión anterior en que Trump quiso aplicar los aranceles abusivos, su misma oligarquía le obligó a recular. Hicieron sus cálculos de costos los “vecinos del norte” y tuvieron que parar la embestida. Un mero asunto de negocios.

De lo que se trata es de no hacer concesiones, como lo vino haciendo el prianismo por décadas y responder en la justa medida, unas por otras, con o sin aranceles a los productos mexicanos.

Es claro que las agresiones estadounidenses no se detendrán, pase lo que pase, y ya es hora de que el gobierno de la “cuarta transformación” empiece a concretar nuestra independencia económica, un camino penoso que exigirá sacrificios, pero el único digno (y el único, a secas) a estas alturas.

EL HILO NEGRO

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) han criticado las condiciones en que se mueve el periodismo mexicano.

“La concentración en la propiedad y el control de los medios de comunicación limita seriamente el vigor, la diversidad y el pluralismo en el debate democrático en México”, concluyen.

Pues sí. La cuestión es qué se puede hacer, cómo y de qué manera en un entorno donde los dueños de los grandes medios (véase el caso Salinas Pliego) imponen sus “políticas editoriales” en apego a sus intereses.

Ese es, precisamente, el punto, la discusión pendiente (esperando que no fuera simplemente una catarsis más); desde luego, también en primer lugar, los casos puntuales de agresiones y asesinatos contra periodistas en el país.

EN EL TINTERO

-¿The New York Times? A estas alturas un panfletista amarillista. ¿A quién beneficia con sus montajes y mentiras? A la recalcitrante ultra derecha gringa y a la delincuencia de allá y de aquí.

-¿Quién es responsable del último incremento a la gasolina? Las gasolineras rapaces, sus dueños. ([email protected]).

Fuente: Internet

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