Mtro. Jesús Rojas Rivera
Les llenó la explanada del zócalo y varias calles de alrededor, el conteo oficial dice 250,000 simpatizantes, mexicanos y mexicanas que sin temor al rebrote de la enfermedad o el comienzo de la cuarta ola fueron a reiterarle la simpatía al Presidente de México en su tercer año de gobierno. Como en los tiempos de López Portillo y Echeverría, marcha de contingentes de las alcaldías de la Ciudad de México, de sindicatos alineados al poder, líderes de organizaciones y centrales campesinas, diputados demostrando que el liderazgo que se ejerce abajo, en los distritos y seccionales está encaminado al poder presidencial, ciudadanos de todo tipo caminan por 5 de Mayo y calles vecinas en el corazón de la capital.
Que no le quede a nadie duda, Andrés Manuel mantiene vivo el movimiento y no hay figura en la oposición que se acerque a competirle la próxima elección presidencial en 2024. Los comicios de sucesión los va a ganar él, con su candidata o candidato, habrá un sexenio más de 4T, les guste o no les guste, la suerte está echada.
Y la oposición podrá agruparse en un “Frente Cívico”, en el PRI o en el PAN, o en las migajas del PRD, pero no les alanzará el tiempo para edificar una candidatura capaz de ganarle al revitalizado poder presidencial. A la estructura del gobierno que opera como la maquinaria electoral perfecta en tiempos del presidencialismo del partido hegemónico en donde el ahora titular del Ejecutivo dio sus primeros pasos.
Y podrán los Naranjos, Maderos, Páges, Giles y Álvares Icazas armar una atractiva narrativa para aglutinar a buena parte de la oposición, pero no podrán convocarla a toda, porque en ella, coexisten intereses con la puntual idea de jugar divididos en 2024. Porque Andrés Manuel y sus aliados tiene dentro del PAN, del PRI y de otros partidos políticos acuerdos con liderazgos para prender y apagar “switches”, para dinamitar por dentro lo que de por sí es un polvorón.
Y puede venir la candidatura de la oposición, como producto de la ruptura de un ala “morenista”, en particular de un Senador o un secretario en funciones. No es descabellado pensar que un desilusionado “cuatritransformador”, al quedar lejos de la decisión presidencial, dando un brinco llegue al bloque “conservador”. En México es posible porque nuestros políticos congruencia no tienen y vergüenza no la conocen.
Por eso es que el resto del sexenio, Andrés Manuel seguirá tranquilo gobernando como gobierna, confrontando y señalando opositores, generando división y polarización que mantenga una sólida base electoral radicalizada, concediendo enclaves del gobierno a los mandos del ejercito para el dedicarse a lo suyo, lo suyo, lo suyo, que es la campaña de la anticipadísima transición presidencial.
Y Morena seguirán perdiendo distritos, alcaldías y una que otra gubernatura, la fuerza electoral del partido del Presidente será une especie de motor que impulse el proyecto nacional, pero se disuelva o debilite en las diversas regiones del país en donde menos popularidad y simpatías tenga el político tabasqueño, que es querido pero no monedita de oro.
Mientras tanto el país seguirá por la misma ruta, replicando lo que hemos visto en estos tres años de gobierno. Bueno o malo según el cristal con que se mire, para algunos; un gobierno extraordinario que está transformando el país desde sus cimientos y para otros un gobierno de disparates y ocurrencias que está acabando con lo poco ganado en las últimas décadas.
¿Quién será la próxima o el próximo Presidente de México? Será una decisión que se tomará en Palacio Nacional en poco tiempo, cuando se tome comenzará la cargada, y a partir de ese momento nada ni nadie podrá detenerla o detenerlo. Luego le seguimos…