Nos encontramos en un mundo globalizado e interconectado. El sistema basado en la economía de mercado está sufriendo cambios, muy de la mano con herramientas como las bases de datos y algoritmos.
Junto con lo anterior se ha venido desarrollando un proceso social conocido como capitalismo emocional, el cual se conforma por una serie de estrategias cuyo objetivo final es inducir a las personas a comprar de manera compulsiva.
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El economista francés, Frédéric Lordon, afirma que el capitalismo emocional está enfocado específicamente en la construcción de los deseos de las personas. En su teoría, el doctor Lordon explica la relación que existe entre los procesos productivos y el deseo del consumidor y sostiene que, en una sociedad como la actual, los deseos se encuentran supeditados al capitalismo.
En el libro Capitalismo, consumo y autenticidad: las emociones como mercancía, la socióloga Eva Illouz plantea que cada acto de consumo está ligado con la vida emocional de forma muy entrelazada y explica cómo las emociones se convierten en productos y mercancías de consumo (commodities) en un espacio con límites claros y valores de cambio.
Es decir, algún objeto que puede en cierto momento satisfacer necesidades de una persona y que en ocasiones le puede facilitar la expresión y vivir emociones. Carlos Marx decía que el valor de una mercancía es la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirlo.
En la historia sobre la cultura del consumo se dice que es finalmente el mercado quien va moldeando a sus consumidores para incentivar sus deseos que en algún punto ya existían y se van descubriendo.
De lo anterior han venido desarrollándose estrategias de mercadotecnia que mediante las emociones van formando deseos en las personas y un factor determinante que ha influido son las redes sociales.
Un mundo globalizado donde la cultura del consumo está relacionada con las emociones que motivan la estructura psicológico-cultural para impulsar a la compra representa hoy en día un grave peligro para las personas. De ahí la importancia de que este tema se revise con especial interés en temas de seguridad, respeto a los derechos humanos, igualdad, equidad e inclusión por parte del sector privado y gubernamental.
Es necesario continuar debatiendo estos temas que ponen en la mesa la importancia de la educación que permite ver con claridad que la economía de mercado ya no solo se basa en el consumo, sino en un resultado más escalofriante: la insatisfacción.
Para ello, como dice el profesor Fernando Hernández en su artículo “Las emociones y el nuevo espíritu del capitalismo”, solo basta revisar en lo cotidiano el sentir de cada persona cuando en el trabajo, la escuela o en la empresa se siente insatisfecho, busca comprar o consumir algún producto y con ello satisfacer dicha emoción.
¿Alguna vez le ha pasado a usted?
Fuentes:
• https://intersticios.es/article/view/17709/11482
• https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=etqEDwAAQBAJ&oi=fnd&pg=PT7&dq=capitalismo+emocional&ots=NXR073RYpK&sig=JQQobkSX56PBvbxwFV9w7jjsnt0#v=onepage&q=capitalismo%20emocional&f=false
• https://www.researchgate.net/profile/Fernando-Hernandez-25/publication/39216787_Las_emociones_y_el_nuevo_espiritu_del_capitalismo/links/606213f9a6fdccbfea15b65f/Las-emociones-y-el-nuevo-espiritu-del-capitalismo.pdf
