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Aquel derechazo del 17 de marzo

El 17 de marzo quedó muy grabado en la memoria de todos los mexicanos, sobre todo de aquel 1990. Esa noche, en Las Vegas, Nevada, Julio...

Luis Alfonso Félix, columnista
Luis Alfonso Félix | Foto: Línea Directa

El 17 de marzo quedó muy grabado en la memoria de todos los mexicanos, sobre todo de aquel 1990. Esa noche, en Las Vegas, Nevada, Julio César Chávez se levantaba con una histórica e increíble victoria casi en el último suspiro, en los últimos 15 segundos del duodécimo asalto.

Aquel derechazo al mentón de Meldrick Taylor levantó como resorte de sus asientos a miles de fanáticos en la arena, y a millones de compatriotas en todo el país que siguieron la trasmisión del combate por televisión.

De la “mano de Dios”, como muchos la llamaron y al más puro estilo de aquel gol polémico de Diego Maradona, Chávez envió a la lona a un Meldrick que, de acuerdo a las tarjetas, tenía las puntuaciones a su favor y que solo era cuestión de segundos para acabar el invicto del peleador azteca, algo que decenas de pugilistas buscaron con anterioridad y después de ese choque.

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Esa hazaña se escribió hace 35 años y sigue tan presente como si hubiese sido ayer. ¿Quién no se emocionó y festejó tras ver caer al relámpago estadounidense? Esa noche, JC no solamente cincelaba un triunfo increíble, sino que se convertiría en tricampeón del mundo, algo que muy pocos pugilistas aztecas lograron o han logrado.

Los conocedores etiquetan ese combate como el más difícil y dramático en la carrera del César del Boxeo. Y Tal vez tienen mucha razón. Cuando sonó la campana llamándolos al centro del cuadrilátero en ese último asalto, todos posiblemente pensábamos lo mismo: que solo un milagro podría hacer ganar a Julio César.

Algo que todavía nos seguimos preguntando es ¿de dónde sacó esa fuerza después de 33 minutos de intensa batalla y de recibir, tal vez, la cantidad de golpes que nadie jamás le había logrado conectar?

Por eso hace tan especial ese enfrentamiento, mucho más que su triunfo sobre Héctor “Macho” Camacho cuatro años más tarde, pero antes, aquel empate con el también invicto Pernell Whitaker en San Antonio aquel año de 1993.

Taylor no volvió a ser el mismo peleador después de ese duelo. El ex olímpico y medallista de oro estaba convertido en la principal figura de los norteamericanos y lo consideraban como el único que podía acabar con la marca inmaculada de Chávez. Aunque no lo consiguió, estuvo muy cerca.

Para muchos, el resultado de esa batalla y su foja de invicto en 90 combates antes de perder con Frankie Randalla en 1994, lo convirtió en leyenda. Hasta la fecha no ha surgido alguien que se le compare, ni el “Canelo” Alvarez con toda la mercadotecnia fabricada en su entorno para sustituir a Chávez en las preferencias del aficionado.

Por eso, al “César lo que es del César”. Y este libro se cerrará, sin que exista un guion igual, cuando menos por muchos años o posiblemente por varias generaciones.

Fuente: Internet

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Luis Alfonso Félix

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