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Adiós jefazo

Lamentable noticia con la que amanecimos hoy lunes en Culiacán; la muerte del ex comandante Carlos Monzón Stamatis, un apasionado del boxeo cuya disciplina le ha...

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Lamentable noticia con la que amanecimos hoy lunes en Culiacán; la muerte del ex comandante Carlos Monzón Stamatis, un apasionado del boxeo cuya disciplina le ha quedado a deber a este extraordinario hombre que trabajó incansablemente por forjar nuevos valores como promotor.

Con la llegada de Monzón al deporte de los puños habrá que dividir este en un antes y un después. Al retirarse de la actividad que lo condujo a dirigir la Dirección de Tránsito en Culiacán, no le importó arriesgar parte de su patrimonio para promover funciones boxísticas, motivado más por el deseo de ayudar e impulsar a los jóvenes que la de ganar dinero.

“Mire jefazo, si a estos jóvenes no los ayudamos, se nos van a perder tomando caminos equivocados”, fue su respuesta cuando le pregunté la razón por la que tomaba la estafeta de promotor. Así lo hizo durante 12 años. Algunos agradecidos, otros no tanto, ya que lo abandonaron para pelear bajo otra empresa.

Nunca le interesó firmar peleadores y tenerlos en exclusividad. “El que quiera pelear bajo mi promotora que se quede; el que busque otros aires, le deseo lo mejor”, era su forma de pensar.

Pero tampoco le desagradó el hecho de que surgieran más empresas, sino todo lo contrario. Monzón siempre señaló que entre más promotores, más oportunidades de trabajar había para todos esos nuevos valores. Lo único que le incomodaba eran las funciones y peleas desniveladas. Siempre criticó ese punto, pues consideró que lejos de ayudar al boxeo, le hacían un daño muy grande porque al público.

Lo mismo organizaba una función en la ciudad que en sindicaturas. Le gustaba llevar ese espectáculo, que a veces combinaba con luchadores profesionales en sus programas, a sitios recónditos.

Monzón nunca tuvo un respaldo sólido de patrocinadores. La mayoría de sus funciones las organizaba con recursos propios.

De pronto comenzó a discrepar con la Comisión de Box que le exigía cada vez más cuotas elevadas por concepto de sancionar el evento, un punto que lo impulsó a tomar la decisión de abandonar lo que tanto le apasionaba.

Dirigir la Comisión estaba entre sus planes, pero sin que fuera una obsesión. No estaba muy de acuerdo en la forma como ésta operaba, no solamente por los excesos de sus cobros. Quería la titularidad para apoyar al boxeador, al deporte y la plaza.

Se fue sin ver cristalizado por algo que trabajó y luchó: que uno de esos jóvenes a los que apoyó, alcanzara la cima del boxeo. Tenía mucha fe en varios de ellos y señalaba que era un proceso lento pero seguro. Confiaba demasiado en las nuevas generaciones, de la misma forma como confió en el “Pelón” Domínguez, alguien al que ayudó sin medida y sin restricciones.

Peleó, como todo un guerrero, hasta el último segundo de su vida. Se nos fue pues, el gran jefazo. Descanse en paz.

Fuente: Internet

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