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Ante Covid, no caben las ocurrencias

En el caso de la pandemia de Covid 19 hemos retrocedido. El avance en la aplicación de la vacuna y la reducción de contagios provocó que...

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En el caso de la pandemia de Covid 19 hemos retrocedido. El avance en la aplicación de la vacuna y la reducción de contagios provocó que la sociedad se relajara, alentada también por la urgencia de reactivar las actividades económica.

Es cierto que la mayor responsabilidad para enfrentar el problema es personal, pero tampoco se ha observado una política pública consistente de parte del gobierno. No se hizo en el principio de la pandemia y no parece que se tenga ahora.

De inicio la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador en torno a este desastre sanitario que ha provocado oficialmente 235 mil muertes en el país, aunque es posible que sean muchas más, no ayudó a tomar el asunto con la seriedad que ameritaba.

Muchos de los mensajes del presidente sobre la enfermedad han sido irresponsables, soberbios y llenos de fanfarronería, como cuando llamó a las familias en plena pandemia a salir a restaurantes, sacó los amuletos en su conferencia mañanera o al negarse sistemáticamente a usar cubrebocas, por no citar la zalamera postura del vocero Hugo López-Gatell con aquello de la inmunidad que le daba al mandatario su “fuerza moral, no de contagio”.

Las palabras y los actos de un líder se replican. Sus dichos y acciones tienen un peso extraordinario y sus simpatizantes se mimetizan, lo imitan.

Es el caso del alcalde de Mazatlán, “El Químico” Benítez, que afirma que esto de la pandemia es más producto del amarillismo de la prensa que de la realidad, aquí en Sinaloa, donde van casi 6 mil 500 muertos por esa causa y solo ayer se contabilizaron 334 nuevos contagios.

Como ciudadanos tampoco hemos cumplido. Muchos seguimos como si nada pasara.

La palabra presidencial de que la atención a los enfermos de Covid en México es gratuita sigue siendo una gran mentira. Y que a ningún contagiado le ha faltado una cama en un hospital, también. Lo decimos con conocimiento de causa.

Muchas familias se han quedado, además de con el dolor de perder a un ser querido, endeudadas y tuvieron que vender parte de sus bienes para enfrentar la enfermedad. Otras han tenido que recurrir a la caridad pública para hacerlo.

No sabemos aún las consecuencias finales que la pandemia tenga en lo sanitario, educativo y económico, pero más vale como ciudadanos tomar las medidas preventivas recomendadas y exigir al gobierno que cumpla con lo que le corresponde. Es momento de tomarnos las cosas con mucha seriedad, no en base a ocurrencias.

Fuente: Internet

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