Ante el incremento de contagios por COVID-19 en lo que se le denomina “tercera ola”, el gobierno responde con el anuncio de más espacios para los enfermos en los diferentes hospitales.
En tanto sigue falleciendo personal médico y personas cada vez más jóvenes. Los médicos, enfermeras y todo trabajador del sector salud están cansados y desalentados ante el fracaso de las medidas para contener el problema.
¿Qué pasaría si quienes están en la primera línea de atención de los enfermos de COVID-19 se rebelaran en este momento ante el claro relajamiento de la sociedad pese al serio peligro? Ni pensarlo.
Algunos gobiernos municipales dan a conocer la implementación de medidas más radicales para contener la emergencia, como impedir que personas sin vacunar puedan acceder a espacios públicos.
La estrategia no contempla a ciudadanos que vengan de otros estados, pero además es evidente que será sumamente difícil la implementación de la medida por la complejidad que implica.
Son mensajes que parecen desesperados, o cuando menos equívocos, como los han dado las autoridades desde que inició la pandemia.
El uso de cubrebocas y los llamados presidenciales a los ciudadanos para que siguieran como si nada estuviera pasando, además de las declaraciones minimizando la peligrosidad de la enfermedad, son solo algunos ejemplos.
El problema es grave. Finalmente el gobierno al decidir aumentar los espacios COVID está cumpliendo con su responsabilidad, los médicos están haciendo lo propio a costo incluso de su propia vida, y muchos ciudadanos igual acatando las medidas preventivas hasta donde les es posible, pero sigue un segmento de la sociedad insensible ante la emergencia.
Podrán tener más camas en los hospitales y contratar más médicos para atender a los contagiados, pero la mayor responsabilidad para parar todo esto es de nosotros los ciudadanos.
