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¿Y cuando la madre está ausente? Conoce el síndrome de la madre ausente

¿Sabes cuál es el síndrome de la madre ausente? Este se presenta cuando el hijo o la hija tienen una percepción de una madre fría y...

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¿Sabes cuál es el síndrome de la madre ausente?

Este se presenta cuando el hijo o la hija tienen una percepción de una madre fría y distante y hasta inaccesible, con actitudes negativas o simplemente que no está presente en momentos importantes de su vida. Este puede presentarse porque prioriza su carrera profesional o simplemente por ser distante emocionalmente.

Cuando se tiene una imagen tan pobre de una la figura que debería ser uno de los pilares más importantes en la construcción de la personalidad, el desarrollo y la educación de una persona, provoca que el niño crezca sin una referencia fundamental en su desarrollo. Es entendible que ante eso toda en su vida se tambalee.

Se le llama síndrome de la madre ausente cuando, aunque la madre este presente, se le dificulte satisfacer las necesidades emocionales del hijo/a.

Cuando falta ese pilar (fundamental en la etapa del desarrollo), el niño no tendrá una figura de quien aprender emociones básicas. No podrá aprender a demostrar cariño o amor hacia otra persona y muy probablemente presente autoestima baja debido a no saber quererse a sí mismo.

Cualquiera que sea la razón de la ausencia, la verdad es que esta se vive con dolor por parte del hijo.
Seguramente hemos escuchado o leído: “aunque son pequeños se enteran de todo”, y esto es cierto. Esta ausencia conlleva una profunda huella emocional que puede dejar secuelas emocionales a corto, mediano y largo plazo. Algunas de estas tan complejas que requerirán de acompañamiento psicológico.

Algunas de estas consecuencias son:

Sentimiento de rechazo ante la ausencia. Se mostrará enojado y molesto para llamar la atención, puede presentar problemas de conducta en la escuela, y mostrarse agresivo. Hará lo que sea necesario para llamar la atención y hacer notar que necesita afecto y aprobación.

Decepción y soledad. Esto le puede llevar al aislamiento y que sean más propenso a trastornos depresivos.

Sentimientos de abandono. Sobre todo, en lo emocional. Esto puede expresarse a través de trastornos alimenticios o consumo de sustancias o autolesiones.

Baja autoestima y poca confianza en sí mismo. Podría presentar dependencia emocional y esto, en el futuro, puede ser causa de dificultad para tomar decisiones fundamentales.

Ausencia de habilidades sociales. Puede presentar desconfianza hacia los demás y claro que es lógico, “si mi madre me falla, cualquiera puede hacerlo”. Termina produciendo fobia social o miedo a hablar en público o a entablar relaciones con los demás.

Trastornos de personalidad. Vivir en la duda constante, falta de normas claras y la incapacidad de comprometerse como consecuencia de la ausencia de figuras de referencia sólidas.

Dejarse llevar por los impulsos. A esto me refiero con presentar comportamientos agresivos y de manera compulsiva que terminarán produciendo altos niveles de estrés y ansiedad.

Dificultad para manejar sus emociones. No sabrá enfrentar las situaciones diarias de la vida con tranquilidad. Como consecuencia desarrollará una personalidad frágil en su adolescencia y una sensación de vacío constante.

Si la madre “reaparece” emocionalmente en la vida del niño se puede lograr revertir todos estos síntomas, si no es así, pueden convertirse en trastornos importantes que deberían ser tratados por un psicoterapeuta para evitar consecuencias que podrían permanecer incluso hasta la edad adulta.

¿Cómo es el “sentirse abandonado” para un niño?

La relación que se presenta entre una madre y su hijo/a es bidireccional. Es decir, que debería existir un equilibrio entre dar y recibir, solo que, debido a la edad temprana del niño esto es difícil de mantener. A veces una madre puede pensar que es lo “suficientemente amorosa”, cuando el hijo percibe lo opuesto. En este caso, ¿Quién crees que tendría la razón?

Si la relación es sana, la razón pertenece un poco a los dos. Solo que para el niño nuca es suficiente y la postura de muchos padres es: “¡Le doy más de lo que me dieron a mí!

Es importante tener en cuenta que, a pesar del trabajo, del ritmo de vida e incluso de nuestra propia historia, debemos procurar estar cerca emocionalmente de los hijos o de lo contrario pronto nos encontraremos ante un adolescente con el que no tendremos nada de qué hablar.

Un niño que sufra el síndrome de la madre ausente se sentirá rechazado, decepcionado y molesto y no será capaz de construir apegos seguros debido a que este viene principalmente del vínculo de mamá. Esto puedo llevarnos a tener dos tipos de niños:

Aislado. Aquí se presenta baja autoestima y poco valor de sí mismo. Esto lo llevará a presentar dependencia emocional en busca de aprobación, afecto y reconocimiento, elementos que debería haber encontrado en su propia madre en su primera infancia.

Expansivo. Aquí encontraremos una personalidad arrogante, agresivo y problemático. Usando esta actitud como un escudo ante sus miedos y el dolor que oculta. Podrían presentarse el trastorno antisocial de la personalidad o trastorno de conducta disocial e incluso abuso de sustancias.

¿Se puede evitar ser una madre o padre ausente?

Seguramente no hay trabajo más complicado que el de ser madre. No hay curso, no hay periodos de entrenamiento o de prueba y definitivamente no puedes dar marcha atrás. Es un trabajo que se va aprendiendo en el camino y con mucha improvisación.

Para evitar el síndrome de la madre ausente (y también del padre ausente), busca estar presente en cuerpo, mente y emoción. Dedícale toda tu atención e intención los momentos que estés con él/ella

A partir de esto déjame compartirte estas sugerencias:

Muéstrate siempre disponible. Esto no significa que debas estar a sus órdenes en todo momento.  Aunque si bien estamos tratando de evitar que sufran el síndrome de madre ausente, tampoco queremos educar a niños con el síndrome del niño emperador. Me refiero a que tu hijo de saber que, si te necesita, el estará antes que nada o nadie incluyendo tu trabajo. Los niños necesitan sentir que siempre pueden contar con su madre y que esta no les va a fallar.

Escúchalo. No solo oigas, presta atención real e intencional a lo que te dice. Aunque pueda parecerte una tontería o no tengas claro de que habla, ponle atención a tu hijo.

Establece canales de comunicación. Los niños buscan aprobación y lo hacen comunicándose.

Acarícialo. A través del contacto físico los niños aprenden a sentir. Cuando lo acaricias le estas suministrando “vitaminas emocionales”.

Es obvio que los niños necesitan a su madre como figura de referencia durante su infancia. La madre funge como un espejo en el que el niño puede ver los comportamientos adecuados o no pero también es la persona que lo compaña durante su crecimiento. Es la persona que lo escucha y que está presente. Si esto no es así, probablemente se presente el síndrome de la madre ausente con todas las consecuencias que ya conocemos.

Un niño no está solo únicamente cuando los padres no están en casa. Un niño está solo cuando, aunque estén, no le prestan atención.

Un niño está solo cuando cada vez que quiere hablar, lo callan.

Un niño está solo cuando lo mandan a jugar o a ver televisión para estar en paz.

Un niño está solo cuando le dan un teléfono o una tableta en lugar de construir el vínculo con sus padres.

En conclusión, para prevenir el síndrome de la madre ausente lo único que necesitas es tiempo e intención. Dedícale un poco cada día para estar con él, para jugar, para escucharlo y acarícialo y abrázalo todo lo que puedas, mientras puedas.

Te agradezco cualquier comentario acerca de esta columna y si crees necesitar acompañamiento psicológico profesional con respecto a este tema o conoces a alguien que lo necesite, escríbeme un Whatsapp al número +526671313403 en México y visítame en Facebook en: https://www.facebook.com/sensumpsicologiaycrecimiento/

Te dejo un abrazo.

Juan José Díaz / Psicólogo y psicoterapeuta

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Juan José Díaz Iribe

Juan José Díaz Iribe

Columnista

Juan José Díaz Iribe

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