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Las encuestas

Como en toda época de elecciones, hay ahora una verdadera fiebre de encuestas, algunas creíbles y otras realmente ridículas y ofensivas para la inteligencia de los...

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Como en toda época de elecciones, hay ahora una verdadera fiebre de encuestas, algunas creíbles y otras realmente ridículas y ofensivas para la inteligencia de los ciudadanos.  

Hay que dejar establecido que la encuesta en una campaña política es una extraordinaria herramienta para conocer con relativa certeza qué piensan los potenciales votantes sobre el partido, el candidato y las propuestas que está haciendo.

Estas deben ser levantadas con profesionalismo y mediante la aplicación de una estricta metodología que dé validez y certeza a sus resultados, además de una permanente auditoría sobre quienes la ejecutan y la información que se obtiene.

Las conclusiones que se tienen sirven para que el candidato y su equipo hagan modificaciones a la estrategia en los puntos en los que estudio arroja, o para quitar aquellas que no están funcionando, entre otras cosas.

Este tipo de estudios los deben realizar e interpretar profesionales en la materia. Hechos con honestidad sirven, y mucho, a los participantes en una campaña política.

Una primera mirada para evaluar la encuesta desde la perspectiva ciudadana puede tomar en cuenta varios factores, como si es presencial o telefónica, el periodo en el que se levanta, el cuestionario que usa y cuántos se aplican, entre otros.

Hay uno fundamental y es ver quién la realiza. Quien lo haga debe ser de preferencia una empresa conocida, que se dedique a esto y que el publicar su trabajo le represente arriesgar cuando menos algo de su prestigio.

Si quien hace la encuesta es desconocido en el medio, no tiene absolutamente nada que poner en riesgo, y si además los datos que presenta “brincan” al compararse con los de encuestadoras conocidas, no hay porqué creer, o cuando menos hay que verlas con mucha suspicacia.

La gran mayoría de las encuestas que circulan en redes sociales son falsas, pretenden inducir el voto, y sus promotores apelan a la ignorancia, perversidad o fanatismo de quienes las replican.

Solo hay que verlas con mucho cuidado. Los protagonistas sí tienen las encuestas verdaderas y los datos reales de cómo van.  

Fuente: Internet

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