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Aprende a poner límites a tus hijos. 10 maneras de cómo lograrlo

Entendemos que todo padre o madre quiere a sus hijos, sin embargo, en muchas ocasiones los hijos no saben controlarse y pueden causar muchas situaciones de...

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Entendemos que todo padre o madre quiere a sus hijos, sin embargo, en muchas ocasiones los hijos no saben controlarse y pueden causar muchas situaciones de molestia o enojo.

Para asegurarnos de mantener una buena dinámica familiar y conseguir la tranquilidad de todos los miembros de la familia, muchas veces es necesario establecer límites claros para con los hijos. Deben ser limites sanos sin que lleguen a limitar la exploración y curiosidad características que todo infante debe vivir.

Es por esto, que en esta ocasión quiero compartir contigo algunas estrategias que te ayudarán a establecer límites sanos para tus hijos.

¿Cómo puedo ponerles límites a mis hijos?

En las últimas décadas se ha puesto mayor atención en el desarrollo psicoemocional de los niños con campañas contra el maltrato físico y el abuso emocional contra ellos. Sin embargo, como consecuencia de esto, en ocasiones abusamos de esta tolerancia dando como resultado el tener unos niños que no saben cómo respetar las reglas.

Poner límites es importante para evitar situaciones que con el tiempo los lleve a ser adultos con poca adaptación emocional. A continuación, te comparto unos puntos que te ayudarán en esta tarea.

1.- Pon limites justos

El niño de percibir el límite impuesto como algo justo. Para esto debe referirse a un límite adecuado a la situación y no al gusto del adulto que lo impone.

El objetivo de establecer límites es que el niño se dé cuenta que es lo que está bien y que no, y la razón por la existe ese límite.

No tratemos al niño con humillación o dándole a entender que la prohibición es por gusto del adulto. Démosle una razón para que lo entienda así.

Los limites que están fuera de proporción provocan que el niño llegue a sentirse frustrado además de que puede verse afectada la confianza en sí mismo. Esto puede provocar en el futuro que sienta miedo de intentar cosas por temor a ser castigado.

2.- Ser amable no es lo mismo que ser permisivo.

Como padres debemos ser amables sin embargo esto no quiere decir que debamos tolerar cualquier conducta del niño.

Permitir que un comportamiento inadecuado vaya en aumento sin que los padres se atrevan a reprenderlo provocara un niño sin límites y con el derecho de hacer lo que le venga en gana.

3.- Intenta que el niño reflexione sobre lo sucedido.

Imaginemos una escena en la que el niño rompe un florero y ustedes como padres se enojan mucho. Viene el castigo. Para nosotros como adultos nos parece lógico que gracias al refuerzo negativo (el castigo), el niño deje de hacer lo que ha hecho, pero ¿es realmente consciente de lo que ha hecho mal?

Si el niño recibe el regaño inmediatamente después de lo sucedido, se estará omitiendo una parte muy importante del proceso de aprendizaje: la reflexión.

Cuando el niño hace algo “mal”, es necesario hacerle ver que es lo que ha hecho y porque no está bien. El castigo vendrá después de darle la explicación de una manera clara además de hacerle ver porque no debe volver a hacerlo.

4.- Involucremos al niño en la solución de lo que ha hecho.

El proceso de aprendizaje no incluye únicamente en hacerle ver como se tienen que hacer las cosas sino también en como remediar lo ocurrido.

Por esto, es importante hacer que el niño se involucre en la solución o reparación del daño que haya provocado. Esto le hará ver las consecuencias de una mala conducta.

5.- Desaprueba la conducta, no al niño.

Un error muy común a la hora de poner límites es el ser demasiado estrictos. Tanto que pueden confundirse y en lugar de castigar la conducta, criticamos su personalidad.

Castiguemos al niño por lo que ha hecho y no por lo que es él mismo. Esto será un perjuicio a la larga porque podríamos estar castigando características tan importantes como la curiosidad.

Al momento de aplicar el castigo debemos explicar la acción que está siendo castigada para evitar que el niño piense que se le está castigando nada más porque sí.

6.- Debe haber firmeza

En muchas ocasiones, cuando los padres deciden ponerse firmes y aplicar un castigo, el niño comienza a hacer “pucheros” o poner ojitos de gato de Shrek que los hace ablandarse y viene el pensamiento de “por esta vez, lo voy a dejar pasar”.

Error. Debemos ser firmes y llevar el castigo hasta el final. De esta manera el niño no verá a sus padres como personas manipulables con los que puede hacer lo que le dé la gana.

7.- Tengamos alternativas.

ES muy probable que, al momento de establecer el límite, el niño pueda percibirlo como algo muy duro o estricto y sin que se le permita a expresar su opinión. No se trata de ser dictadores o tiranos. Permitamos que el niño exprese sus razones o su opinión para que se sienta escuchado.

En estos casos podríamos proponer alternativas para recibir un comportamiento favorable para evitar que se vea el castigo como algo demasiado estricto. De esta manera el niño se dará cuenta que existen otras alternativas de comportamiento que también son aceptadas.

8.- Hagamos notar lo positivo

El niño puede percibir las ordenes como algo bueno si las recibe en términos positivos.

Esto significa que si, nosotros como adultos, cambiamos nuestro lenguaje por uno más positivo esterémosle haciendo ver las cosas buenas que si está haciendo y de esta manera es más probable que se sienta motivado a hacer las cosas con más cuidado y empeño.

Por ejemplo, en vez de decir al niño cuando está hablando con un tono fuerte ‘no grites’, es mejor reformular esta frase en términos menos negativos, como ‘por favor, habla un poco más bajo’. No suena como una orden tan impositiva.

9. Controlar las emociones

Puede que este punto parezca el más obvio de todos y el que ‘todos’ los padres asumen que siguen a la hora de aplicar límites y castigos a sus hijos. Seamos honestos, ¿quién no ha perdido la cabeza en más de una vez?

Cuando se está molesto, es más probable que se sea injusto a la hora de aplicar un castigo hacia el comportamiento del niño o que no se sea del todo objetivo a la hora de establecer un límite o un nuevo comportamiento.

Por esto, antes de decir o hacer algo que no va a beneficiar a nuestros hijos, respiremos, intentemos calmar nuestra mente.

10. Gestionar los berrinches

Todos los niños tienen berrinches. Estos se presentan con la intención de llamar la atención de los adultos y obtener lo que quieren. Puede ser que lo que está pidiendo sea justo pero la forma en que lo hace no sea la mejor.

En estos casos lo mejor es hacerle entender que no es la manera de obtener lo que quiere y una manera es no dándoselo. Cuando el niño se da cuenta que su berrinche no funciona dejará de usarlo como medio para obtener cosas.

Aquí debemos tener cuidado ya que, si el niño empieza a destruir cosas o a molestar a otras personas con su berrinche, debemos intervenir deteniéndolo y castigándolo sin la posibilidad de obtener lo que pedía.

Te agradezco cualquier comentario acerca de esta columna y si crees necesitar acompañamiento psicológico profesional con respecto a este tema o conoces a alguien que lo necesite, escríbeme un Whatsapp al número +526671313403 en México y visítame en Facebook en: https://www.facebook.com/sensumpsicologiaycrecimiento/

Te dejo un abrazo.

Juan José Díaz / Psicólogo y psicoterapeuta

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Juan José Díaz Iribe

Juan José Díaz Iribe

Columnista

Juan José Díaz Iribe

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