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¿Chaleco antibalas o anti votos?

Domingo Vázquez Márquez no es un improvisado de la política, tiene una trayectoria de varios años en la vida pública. Quienes lo conocen en Ahome, hablan...

Jesús Rojas Rivera
Jesús Rojas Rivera | Jesús Rojas Analista y columnista Línea Directa

Domingo Vázquez Márquez no es un improvisado de la política, tiene una trayectoria de varios años en la vida pública. Quienes lo conocen en Ahome, hablan de él como un impulsor del deporte, un hombre que ayuda a su comunidad y que ha buscado desde hace años espacios de representación.

En la elección pasada, compitió bajo los colores del Partido del Trabajo y sacó 45,632 votos, solo 488 votos abajo del Movimiento de Regeneración Nacional, que en ese momento tenía una alianza con el PAS que aportó más de 5,500 votos para la causa del ahora alcalde en búsqueda de reelección Gerardo Vargas Landeros, ganador de aquella contienda.

Constan en notas periodísticas del proceso electoral pasado, que 19 casillas del municipio fueron violentadas durante la jornada electoral. Que hubo robo de urnas y violencia armada en secciones rurales. Mingo en principio pretendió, al menos en declaraciones, impugnar las elecciones, aunque días después, desistió de ello.

Hace días, prácticamente todos los medios locales y algunos medios nacionales publicaron notas sobre su “singular” arranque de campaña, que comenzó con un rosario de madera sobre su camisa blanca y debajo de ella un chaleco antibalas, dos elementos de gran simbolismo para la vida y la muerte.

Esto de los chalecos “antibalas” no es nuevo, en Michoacán, Javier Huacus candidato a diputado local por el PRD ya había portado uno. Aquí mismo en Sinaloa, el ex candidato a gobernador Arnulfo Mendoza del PES se puso un chaleco y quedó en último lugar con apenas el 1.6% de las preferencias.

En Ecuador el año pasado las cosas fueron distintas, Daniel Noboa un joven candidato hijo de un magnate representante de la oligarquía de su país, gana las elecciones haciendo campaña con chaleco y casco táctico. El antecedente, lo daba el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio quien fue ultimado a balazos al terminar un acto proselitista en Quito.

En aquel país de América del sur, sumido en la violencia y el control de los grupos delincuenciales, el candidato Noboa dio nombres y datos de quienes sospechaba atentarían contra su vida, como habían atentado contra Villavicencio. Los electores dieron un voto de confianza para el desconfiado candidato que unos meses después de tomar el poder, mantiene una sangrienta guerra contra pandillas y grupos delincuenciales que han recurrido a prácticas terroristas.

Mingo necesita votos y una primera lectura del fenómeno ecuatoriano podría hacer creer a sus asesores; que es una “buena idea” mandar un mensaje de “temor” al proceso electoral, pero a la vez un acto de gran “valor cívico” la participación bajo esas circunstancias. Atrayendo, según ellos, simpatías y votos de electores sobre todo indecisos.

El problema de “copiar” estrategias fuera de contexto, de tomar decisiones de “mercadotecnia política” sin valoración profunda en estudios sociológicos, antropológicos o de la psicología social, puede generar efectos que son contrarios a la intención política. La oposición a Morena necesita votos, y para que los ciudadanos salgan a votar el ambiente electoral no debe ser turbio, ni enrarecido y mucho menos debe mandar un mensaje de miedo, porque ante el temor, los ciudadanos tendrán un motivo más para quedarse en casa.

Ahora bien, el miedo no se apropia de una comunidad tan solo por el discurso de un candidato “paniqueado”. Debe reflejarse en datos y experiencias de los electores, del sentir social en la calle y los espacios públicos. Y Ahome, aparece en la Encuesta de Seguridad del INEGI dentro de las 10 ciudades más seguras o con menor percepción de inseguridad de México.

No tengo duda que Mingo Vázquez es el mejor candidato que el Frente Opositor pudo postular en Ahome, y en ese municipio se dará una elección cerrada entre Morena y los partidos que compiten por el frente. Pero las campañas deben acompañarse de reflexiones más profundas respecto a los mensajes que mandan y los efectos que buscan. Bajo estas lógicas y circunstancias, en la experiencia que acompaña a este politólogo que lejos está de ser un mercadólogo, puedo asegurar que el chaleco de Mingo no es antibalas, es anti votos. Luego le seguimos…

Mtro. Jesús Rojas Rivera

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Fuente: Internet

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