Temen porque delincuencia se apodere de Guerrero

Redacción.- Organizaciones civiles y humanitarias temen que más del 60% de los municipios guerrerenses en cinco de las siete regiones que conforman el estado: Acapulco, Centro, Tierra Caliente, Norte y Costa Grande, impere el control de la delincuencia; ?las leyes no surten efecto y las autoridades están supeditadas a los intereses del crimen?, alerto el antropólogo Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Guerrerense ?Tlachinollan?.En Guerrero, advierte el defensor humanitario, ?estamos siendo rehenes de la delincuencia como nunca lo habíamos visto? y el desgobierno se refleja -agregó- en los cientos de desplazados que están saliendo de sus pueblos sin que nadie pueda garantizarles un retorno seguro a sus lugares de origen. ?Vemos un exilio masivo de comunidades que oscilan entre los 800 a los tres mil habitantes?, destacó Barrera al reclamar que mientras los pueblos enfrentan la falta de atención de las autoridades, el gobierno estatal y federal monitorean el éxodo ?a la distancia?. El imperio de la delincuencia está destruyendo el tejido familiar y comunitario, aclara el antropólogo Barrera,  al señalar que ?los criminales están arrasando con comunidades enteras, están socavando la vida en el campo y están obligando a jóvenes y adultos a cumplir con tareas delictivas, incluso a nivel de ?sicariato? a cambio de preservar la vida; los están afliliando al crimen a la fuerza?, insistió.A decir del fundador de ?Tlachinollan?, las zonas de Costa Chica y la Montaña ?han podido contener el avance de la delincuencia en estos territorios eminentemente indígenas con la organización de las policías comunitarias o ciudadanas. En territorio guerrerense ?hay una crisis de seguridad, un colapso del sistema de justicia y una notoria corrupción y colusión entre las fuerzas del estado y del orden con los criminales?; las autoridades ?no han querido ver que los ciudadanos se han quedado solos confrontándose con la delincuencia? y en lugar de concentrarse en tareas de seguridad, el ?aparatoso y costoso? operativo ?Guerrero Seguro? se ha dedicado a desarmar a las policías comunitarias.Convencido de la organización comunitaria, Abel Barrera, multipremiado defensor humanitario en México y el mundo, se dice sorprendido por los señalamientos de que ?detrás de la creación de las autodefensas en Guerrero? está el padre Mario Campos, religioso en comunidades na?savi y me?phaa. ?desde hace 19 años es párroco de la comunidad tlapaneca del Rincón y como toda la iglesia católica en la zona, su papel ha sido fundamental para ?la reconstitución de los derechos de los pueblos?.Entrevistado por Noticias MVS por vía telefónica, el padre Mario Campos, guerrerense con casi tres décadas de servicio religioso, señala que a Guerrero no solo lo afecta la inseguridad, ?ahí está la pobreza, un modus vivendi casi sistemático?; también hay mucho analfabetismo y falta de comunicación entre muchos pueblos que carecen de puentes o pavimentación.A decir del párroco, a principios de los años 1990, en la zona de la Montaña y en Ayutla ?empezaron los asaltos, después los crímenes y luego las violaciones sexuales?, pero ?el ser de los pueblos se lastimó cuando violaron a una niña de siete años; eso ya no era pobreza, era un cáncer social?, dijo el padre Campos al recordar el nacimiento de la policía comunitaria el 15 de octubre de 1995 en la zona.Ahora, ?ante la narcoviolencia, los pueblos ya no aguantan y se han organizado para enfrentar los problemas?, explica el padre Campos al negar el liderazgo ?social? o ?político? con el que lo han etiquetado desde fuera. ?En la diócesis de Tlapa -agrega- hay un plan de pastoral orientado por la resolución de los problemas de la pobreza, respaldados en las tradiciones indígenas y los derechos humanos y cada parroquia aplica su propio plan? y, a lo largo de estos años, ?nuestros Obispos han estado informados del acompañamiento pastoral a los pueblos de la Costa Chica y la Montaña”, incluido el actual Obispo de Tlapa, Roberto Sosa Arriaga. ?Nosotros hemos planteado la construcción de la paz pero para eso necesitamos construir una ciudadanía con base en los valores. No hemos logrado erradicar el mal, pero los pobladores se sienten seguros; esa es mi palabra y mi trabajo pastoral de 28 años? concluyó.  JE