México.– ”Eran muchos, como seis. Dispararon y nos obligaron a ver cómo lo hacían, cómo mataban al niño, a su papá, a las señoras que bailaban”, recordó una de las sobrevivientes de la masacre del Viernes Santo, en Minatitlán, al narrar la crueldad de los sicarios que acabaron con la vida de las personas, incluido un pequeño de un año de nacido, Santiago.
El horror es indescriptible y lo narrado apenas y se aproxima a lo que en realidad vivieron en esos minutos que para algunos fueron la antesala de la muerte.
Uno me apuntó y yo grité Dios, en tus manos encomiendo mi espíritu y perdóname por tu sangre preciosa, la sangre de Cristo tiene poder. En ese momento oí disparos y pensaba que la que seguía era yo”, señaló entre llantos.
Otra víctima recordó que era como si buscaran a alguien y por eso disparaban. “Estaban como drogados o borrachos”. Recordó el terror y de cómo, pese a que pedían piedad para el pequeño Santiago, los sicarios no tuvieron piedad y lo remataron.
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Con sentimientos encontrados, los sobrevivientes que fueron a la fiesta, pero se fueron temprano, admitieron que había cierto resquemor por haber hecho una reunión de este tipo en un día “de guardar” y lo consideraron un castigo. Otros sólo se conduelen por este ataque que consideraron no tenían por qué padecer.
No obstante, otra de las sobrevivientes expusó que “al bebé lo siguieron rematando, le dieron en el corazoncito, cómo no se van a dar cuenta si lo traía la mamá cargando. A la mamá también le dieron. Yo creo que el papá lo quiso cubrir, pero le dieron en la cara”, comentó.
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Las versiones indican que, en efecto, los pistoleros buscaban a alguien, sin embargo, pese a que mataron a más de una decena de personas, todavía torturaron sicológicamente a quienes sobrevivieron, pues los obligaron a observar cómo los acribillaban.
Horas antes, por la madrugada, dos vehículos fueron encontrados incendiados muy cerca del puente Coatzacoalcos 2; las autoridades presumen que podrían ser los que usaron los asesinos para moverse durante el ataque y para escapar.
La Fiscalía confirmó que fueron 13 los decesos, entre ellos, Heber Reyes, quien era el propietario de la palapa La Potra y de quien se dice que laboraba en el sindicato petrolero, donde se llevaba a cabo la fiesta familiar, en donde se escuchaba música de Celia Cruz. También estuvo Juan René López Velázquez, quien era secretario de Previsón Social del sindicato petrolero. Ayer en una funeraria de Minatitlán fueron velados los restos de los asesinados.
La madre del menor, Nancy Olivares, lucha por su vida en el hospital de Pemex, al igual que Leonor Ramos, Karla Cabrera, Fulvia Salinas y Marcos Aurelio Davis de quienes se presumía fallecieron, al igual que Leonor Ramos, al final se dijo que están graves.