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México.- El amor, el amor, el amor, esa sensación que llena el alma, que alegra la vida, que inunda los sentidos, pero también, que puede hacerte caer a lo más profundo de la tristeza cuando el que lo siente, es sólo uno ¡el amor es de dos no lo olvides!
Y como diría el gran Juan Gabriel, el Divo de Juárez en una de sus canciones más icónica “costumbres” que pone a quienes se dicen enamorados a analizar todas aquellas pequeñas cosas que antes nos hacían sentir vivos, pero ahora, nos mantienen sujetos a alguien a quien no amamos.
¿Será que la costumbre es más fuerte que el amor?, y es que si lo piensas bien, ya que la faase del enamoramiento pasa, esa que encendía el fuego y esa llama que pensabamos inapagable, las parejas caen en una especie de letargo, esa calma y conformidad que dice sí, queriendo decir no, pero ¡todo sea por conservar la relación! ¿te ha pasado?
“Siempre volverás
Una y otra vez,
Una y otra vez
Siempre volverás.
Aunque ya no sientas mas amor por mi
Solo rencor,
Yo tampoco
Tengo nada que sentir
Y eso es peor.
Pero te extraño, también te extraño
No cabe duda que es verdad que la costumbre
Es mas fuerte que el amor”
Esa probadita de la canción nos recuerda a parejas apagadas de las que vemos muchas, quizá por eso cuando por fin se dan cuenta que ya no tienen nada que hacer ahí, cambian radicalmente y el brillo regresa de nuevo a sus rostros.
Los expertos en esto de las relaciones de pareja, indican que después de la emoción de la conquista y el anhelado sí, las mariposa en el estómago van perdiendo fuerza, ya no es lo mismo que al principio por eso es hora ponerse en guardia y usar la imaginación ¡la infidelidad mental llega!
Hay muchas formas de hacer que la relación recupere su fuego, sin embargo, las parejas esperan tanto para esto, que cuando quieren hacerlo se dan cuenta que no hay más, que ya no se puede, o no se quiere.
La costumbre pesa, y el amor sucumbe a ella, así que si estás en este terrible momento, o hablas con tu pareja para avivarse o buscan ayuda, o de plano, un adiós será mucho más sano que vivir toda una vida apagados, sin estímulo, sin picante, en sí, sin ganas de nada, ni de regresar a casa para ver a quien en algún momento dado le dijiste “sí, hasta que la muerte nos separe”, pero no contabas con la costumbre que mata hasta lo más fuerte. ¡Qué cosas!
