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Recuerdan en Viernes Santo catástrofe de Japón

Durante la homilía el predicador de la Casa Pontificia en el Vaticano aseguró hoy que la catástrofe que golpeó a esa nación el mes pasado es una advertencia sobre los límites del ser humano.

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Ciudad del Vaticano.- 
El predicador de la Casa Pontificia, Raneiro Cantalamessa, aseguró hoy
que la catástrofe que golpeó a Japón el mes pasado es una advertencia
sobre los límites del ser humano, durante la celebración del Viernes Santo en El Vaticano.
El religioso pronunció la homilía durante la adoración a la Santa
Cruz y el rito de las siete palabras que presidió el Papa Benedicto XVI,
este viernes ante varios miles de personas en la Basílica de San Pedro.

Poco después de las 17:00 horas locales (15:00 GMT), el pontífice
inició la liturgia de la palabra que sustituyó a la misa, ya que por
recordarse este día la muerte de Jesucristo no se llevan a cabo
eucaristías en ninguna parte del mundo.
Durante su discurso, Cantalamessa se preguntó cómo es posible hablar
de Dios luego del desastre natural que golpeó a Japón con el terremoto y
el tsunami del pasado 11 de marzo.
?¿Cómo tener el valor de hablar del amor de Dios, cuando tenemos ante
los ojos tantas tragedias humanas, como la catástrofe que se ha abatido
sobre Japón o las hecatombes en el mar de las últimas semanas? Pero
quedarse del todo en silencio sería traicionar la fe?, dijo.
?La injusticia, el mal como realidad no puede ser simplemente
ignorado, dejado estar. Debe ser eliminado, vencido. Esta es la
verdadera misericordia. Y que ahora, dado que los hombres no son
capaces, lo haga Dios mismo, esta es la bondad incondicional de Dios?,
agregó.
El religioso llamó a ?sufrir y llorar? con el pueblo japonés, víctima
de una de las más grandes catástrofes naturales de la historia, a
admirarse por su dignidad, por su ejemplo de compostura y de mutua ayuda
que han dado al mundo.
Consideró que la globalización tiene un efecto positivo porque
permite que el dolor de un pueblo se convierta en el dolor de todos,
suscitando la solidaridad de muchos.
Además, ofrece la ocasión de descubrir la pertenencia a una sola
familia humana, unida en lo bueno y en lo malo, ayuda a superar las
barreras de raza, color y religión.
?Debemos sin embargo recoger también la enseñanza que hay en acontecimientos como este?, indicó Cantalamessa.
?Terremotos, huracanes y otras desgracias que afectan a la vez a
culpables e inocentes nunca son un castigo de Dios. Decir lo contrario
sería ofender a Dios y a los hombres?, reflexionó.
?Pero son una advertencia: en este caso, la advertencia a no
engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos. Si
no sabemos imponernos límites, pueden convertirse, precisamente ellas,
lo estamos viendo, en la amenaza más grave de todas?, dijo.

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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