Buras, EU.- El manejo de la gigante energética British
Petroleum del derrame en el Golfo de México dominará las conversaciones entre
el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro británico,
David Cameron.
Ambos líderes discutirán la crisis en un escenario de molestia y presión
pública a ambos lados del Atlántico debido al derrame, que ha contaminado las
costas estadounidenses, cerró zonas de pesca y golpeó los precios de acciones
de BP.
BP ha sido blanco de duros ataques de la Casa Blanca y el precio de sus acciones varió en
las bolsas de Londres y Nueva York esta semana. Funcionarios del Gobierno de
Obama amenazaron con aumentar la responsabilidad de BP por el vertido.
La compañía dijo que está considerando suspender los pagos de sus dividendos,
después de que políticos estadounidenses señalaron que debería compensar por
todas las acusaciones de daños antes de entregar dinero a sus accionistas.
BP representa cerca del 12 por ciento de todos los beneficios reportados por
compañías británicas y la suspensión de los dividendos tendría un impacto en
los ingleses.
La compañía dijo que su directorio se reuniría el lunes para discutir una serie
temas y se ha estado reuniendo semanalmente desde que comenzó la crisis.
Sin embargo, una fuente dijo que la decisión sobre la entrega de beneficios
podría no ser tomada hasta que el presidente de BP, Carl-Henric Svanberg, se
haya reunido el miércoles con Obama.
Defensa británica
Las preocupaciones sobre el futuro del gigante energético con base en Londres
-enfrenta investigaciones criminales y civiles del Gobierno de Estados Unidos y
la posibilidad de una serie de demandas y elevadas multas- llevaron el viernes
a Cameron y a su ministro de Finanzas a defender a la compañía.
El primer ministro británico fue citado por un portavoz cuando dijo tras
conversar con Svanberg que “es del interés de todos que BP siga siendo una
compañía estable y financieramente fuerte”.
El respaldo hizo subir el precio de las acciones un 7 por ciento en Londres.
Cameron, que asumió el poder en mayo, hablará con Obama por teléfono a las
11.00 hora del este (1500 GMT) el sábado.
Una portavoz de Cameron dijo que el llamado sería “de tipo estatal y de
trabajo”. Un funcionario de la Casa Blanca dijo que BP no será el centro de
atención y sostuvo que sólo sería uno de los temas a tratar.
El llamado será una prueba difícil para ambos líderes, ya que los dos están
bajo presión para parecer duros ante sus votantes en casa.
Obama, criticado por algunos en Estados Unidos por su manejo del creciente
desastre económico y ambiental que amenaza a las lucrativas industrias de pesca
y el turismo, ha buscado dirigir la molestia pública contra BP.
Por su parte, Cameron debe mostrar a los británicos que no está cediendo a la
presión del aliado más poderoso de su país, en un momento en que ambas naciones
enfrentan muchas cargas y problemas comunes, como el conflicto en Afganistán.
Líderes de negocios, políticos y periódicos han presionado a Cameron para que
defienda a BP del Gobierno estadounidense, cuyas críticas han sido vistas en su
país como dirigidas contra los británicos.
Sin resultados claros
Los esfuerzos por contener el derrame y limpiar el crudo continuaban el sábado
con operaciones de emergencia, mientras BP busca capturar más crudo desde el
pozo.
La firma ha estado capturando petróleo del pozo desde que instaló un sistema de
contención la semana pasada, aunque éste no será sellado hasta agosto, cuando
estén listos dos pozos de alivio.
Aún no está claro cuánto petróleo fluye hacia el Golfo de México, pero
científicos de Estados Unidos duplicaron esta semana su estimación hasta unos
40.000 barriles por día, aumentando la ira de los ecologistas.
BP espera que la cuenta total de la limpieza del derrame, que ha afectado a 190 kilómetros de la
costa de Estados Unidos, sea de entre 3.000 a 6.000 millones de dólares, dijo el
viernes un analista informado por BP en una nota de investigación.
La mancha ha contaminado refugios de vida silvestre en Luisiana, mientras que
bolas de alquitrán han aparecido en las famosas playas blancas de Florida. Un
tercio de las aguas federales del Golfo siguen cerradas a la pesca.