Moscú.- Los festejos sin fin comienzan
en fin de año en Rusia: durante diez días el país prácticamente se
paraliza, mientras sociólogos y economistas advierten del peligro de
muertes por alcohol y pérdidas millonarias. Sin embargo, en vez de
acortar las vacaciones, el Kremlin las ha alargado en 2013. “Diez días
de horror”, llama el Jefe de la Inspección de Salud de Rusia, Gennadi
Onishchenko, a las vacaciones.
El mayor país de la tierra está estos días paralizado: sólo lo
imprescindible ocurre en los diez primeros días del nuevo año en Rusia.
Las oficinas públicas están cerradas, no se publica prensa, las fábricas
dejan de producir y cientos de vagones de tren se abandonan en todo el
país, destacó DPA.
La economía rusa pierde estos días sumas millonarias, mientras miles de
rusos beben hasta morir. Sólo los bomberos y la policía están en
situación de alerta, pues la experiencia dice que la cifra de incendios y
de crímenes se multiplica estos días.
Cada vez más científicos y sociólogos piden que alguno de los festivos
se traslade a otra época del año o incluso se suprima. Con un frío de
hasta 30 grados centígrados bajo cero, sobre todo en los pueblos
apartados la gente apenas tiene cosas que hacer.
“Después de tres o cuatro días se acaba el dinero y comienzan los
problemas”, advierte el psicólogo moscovita Serguei Kliuchnikov. En esta
época, las autoridades registran más saqueos y violencia doméstica.
“Todo termina en glotonería y consumo ingente de alcohol, que acaba en
una situación insana para las familias”, critica Onishchenko. Cientos de
millones de botellas de vodka, cava y cerveza son consumidos por los
más de 140 millones de habitantes del país. “Una borrachera
desenfrenada”, lo llama el diario Isvestiya. Pero ningún político se atreve a adoptar medidas impopulares como al supresión de la locura festiva.
Y en 2013 no sólo a comienzos del año tendrán los rusos diez días libres
del tirón. El puente entre el día de los trabajadores 1 de mayo y el
día de la victoria sobre la Alemania nazi el día 9 del mismo mes volverá
a desatar la fiesta colectiva.
En torno a un billón de rublos (unos 25.000 millones de euros) cuestan
estas fiestas al producto interno ruso (PIB), según los economistas. “Un
país en la posición 50 en cuanto a peso del PIB no puede permitirse
vacaciones tan largas”, dice el analista Igor Nikolayev al diario
estatal Rossiyskaya Gazeta.
Pero los productores de alcohol y el sector turístico son quienes más se
benefician de estas vacaciones. La clase media cada vez con más
recursos se va rápidamente a pasar sus vacaciones en Turquía a o
Tailandia, mientras la elite más rica se marcha a lugares renombrados de
los Alpes como Courchevel o Davos, que se suele convertir en año nuevo
en una especie de pequeño Moscú.
Las largas vacaciones de invierno fueron introducidas por el Kremlin
para que unos pocos cientos de poderosos y guapos se diviertan, critican
muchos rusos.
Y de hecho sólo hay tantos días libres a comienzos de año desde el
colapso del comunismo y la creciente influencia de la Iglesia Ortodoxa.
Desde entonces no sólo el 1 y 2 de enero son festivos oficiales, sino
también el 7 de enero, el día de la Navidad ortodoxa. En seguida se hizo
normal hacer también festivos los pocos días entre ambas fechas, algo
que el Estado oficializó pronto. Y como en 2013 el 5 y el 6 de enero
caen en fin de semana, las vacaciones durarán hasta el 8.
El primer día laboral será el 9, pero sólo oficialmente, porque muchos
rusos celebrarán hasta el 14, cuando se celebra el “viejo nuevo año”
según el calendario juliano. Tampoco son raras las bajas por enfermedad
tras los excesos festivos.
“El mayor enemigo del ruso es él mismo”, asegura Onishchenko.NE