El centro histórico de Lima enfrenta una de sus emergencias más críticas en los últimos años. Desde el lunes, un incendio de gran magnitud consume varios edificios comerciales y amenaza con extenderse aún más. A pesar del intenso trabajo de los bomberos, las llamas no han sido completamente controladas y podrían arder hasta el fin de semana.
El siniestro comenzó en un depósito clandestino de juguetes y alimentos envasados en la zona de Barrios Altos. La falta de regulación y medidas de seguridad propició que el fuego se propagara con rapidez a través de las angostas calles del sector, donde se mezclan viviendas y almacenes. Según el brigadier Carlos Malpica, del Cuerpo General de Bomberos Voluntarios de Perú, este tipo de construcciones representan un enorme riesgo, pues funcionan sin cumplir normativas de seguridad.
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Las llamas han generado una densa humareda tóxica, visible a kilómetros de distancia, y han provocado el derrumbe de al menos cuatro edificaciones que no contaban con estructuras adecuadas ni con sistemas contra incendios. La evacuación oportuna evitó una tragedia mayor, aunque 11 familias han quedado damnificadas. Vecinos lograron rescatar algunas pertenencias antes de que el fuego avanzara, pero muchas personas lo perdieron todo.
Unos 300 bomberos con cerca de 50 unidades trabajan sin descanso para controlar la emergencia. Sin embargo, se enfrentan a graves dificultades: los hidrantes disponibles no son suficientes y el acceso a la zona es limitado. Para contrarrestar la escasez de agua, los rescatistas han improvisado piscinas inflables abastecidas por camiones cisterna, pero el volumen sigue siendo insuficiente.