Estados Unidos. El pasado 1 de enero un Cybertruck cargado con explosivos detonó frente a un hotel de la cadena Trump en Las Vegas, dejando siete heridos. La explosión, planeada por Matthew Livelsberger, miembro activo del Ejército de Estados Unidos, incluyó una combinación de gasolina, cilindros de gas y fuegos artificiales de alto calibre. Livelsberger se quitó la vida con un disparo antes de detonar el vehículo.
En su teléfono, las autoridades encontraron dos cartas descritas como notas de suicidio, donde criticaba duramente al liderazgo estadounidense, calificándolo de “débil e insensible”.
En uno de los extractos compartidos por el asistente del sheriff Dori Koren, Livelsberger escribió: “Es hora de despertar (…) estamos siendo dirigidos por un liderazgo débil e insensible que solo ha servido para enriquecerse”.
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El vehículo, alquilado en Colorado mediante la plataforma Turo, estaba modificado con morteros pirotécnicos y combustible para acampar, lo que intensificó la explosión. El exmilitar justificó sus acciones como un escape a la carga emocional de sus experiencias bélicas y pérdidas personales.
Este incidente ocurre días después de que Shamsud-Din Bahar Jabbar arrollara a una multitud en Nueva Orleans con un vehículo alquilado por Turo, causando 14 muertos. Ambos hombres habían servido en la misma base militar en Carolina del Norte, conocida como Fort Bragg, aunque las autoridades descartaron vínculos directos entre los dos casos.