Yemen. El sábado pasado, las zonas más conflictivas de Yemen fueron sacudidas por una serie de bombardeos aéreos lanzados por Estados Unidos, que dejaron al menos 21 muertos, según informaron los rebeldes hutíes. Entre las víctimas, se incluyen varios niños, lo que ha aumentado la condena internacional a la ofensiva.
En una serie de publicaciones a través de su red social, el presidente Donald Trump justificó los ataques como una respuesta contundente a los recientes actos de agresión de los hutíes. Estos rebeldes, que controlan amplias regiones del país, han atacado sistemáticamente embarcaciones en el Mar Rojo, muchas de ellas vinculadas a Israel y países occidentales. Trump subrayó que la acción militar sería “decisiva”, prometiendo un uso de fuerza “letal y abrumadora”.
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La operación se centró principalmente en la capital yemení, Saná, donde al menos nueve personas perdieron la vida tras un ataque en el distrito de al-Jarf. En otras áreas del país, los bombardeos causaron otras 12 víctimas. Aunque los hutíes acusan a Estados Unidos y al Reino Unido de coordinar la ofensiva, el gobierno británico aún no ha confirmado su participación.
Esta agresión se produce en un contexto de creciente tensión en la región. Los hutíes, respaldados por Irán, ya habían reanudado sus ataques en el Mar Rojo a principios de marzo, tras una breve tregua en Gaza. El Pentágono reporta que, desde 2023, los hutíes han perpetrado más de 300 ataques contra barcos internacionales. Ante esta amenaza, EE.UU. lidera una coalición para proteger las rutas comerciales clave.
Mientras el conflicto se intensifica, la comunidad internacional observa con creciente preocupación el impacto de estos enfrentamientos en la población civil.