Charlotte, Carolina del Norte.- Aun sin ser ciudadana de pleno derecho en Estados Unidos, la inmigrante de origen mexicano Benita Veliz
ha sido capaz de una inusual proeza: asegurarse un lugar en los libros
de historia por haber sido la primera indocumentada en hablar a cara
descubierta en una convención demócrata.
“Me he sentido muy honrada por esta oportunidad para hablar en
nombre de millones. Creo que haber tenido una plataforma para hablar en
nombre de quienes no tienen voz es todo un triunfo. Y por eso creo que
jamás lo olvidaré”, dijo en entrevista para EL UNIVERSAL.
Benita Veliz, cuyos orígenes se pierden en el estado de Nuevo León,
México, tiene el rostro ajado. El cansancio asoma en sus ojos, tan
grandes como expresivos, y en sus movimientos aletargados. La emoción y
los nervios le han pasado factura. Pero a la hora de hablar de su
histórica intervención en la convención demócrata, sus ojos se vuelven a
encender. “Me avisaron que participaría en la convención hace como
cuatro días. Desde entonces me puse muy nerviosa. Y mis padres se
sintieron muy orgullosos.
Pero, hoy, después de participar ante miles de personas, me siento más
tranquila y muy contenta porque he sido capaz de hablar en nombre de
miles de jóvenes a quienes he tenido el privilegio de conocer.
“Como esa chica que ya acabó su carrera de maestra, pero que trabaja
haciendo ensaladas. O ese joven periodista que no puede ejercer porque
no tiene papeles. O ese joven biólogo que no ha tenido más remedio que
trabajar en un McDonald’s. Cuando hablé ayer (miércoles), pensé en todos
ellos. Me hubiera gustado tener más tiempo para poder contar sus
historias, que son la mía”.
Benita fue bautizada así en honor a su abuela, una mujer de carácter fuerte, oriunda de Nuevo León.
Mientras recuerda a su abuela, Benita mira el futuro con un sentimiento
encontrado de temor y certeza. Entre sus planes está el de estudiar una
maestría en relaciones internacionales. Pero por el momento, tiene un
solo objetivo: “Yo creo que aún falta mucho trabajo por hacer, pero
estamos yendo en la dirección correcta. Sabemos que la meta aún está
lejos. Que la promulgación de una reforma migratoria y la iniciativa del
Dream Act puede tomar varios años, pero creo que hoy estamos más cerca.
“Entiendo que haya gente decepcionada. Pero si comparamos a la
opción que representa (el candidato republicano) Mitt Romney, con la
posición que ha asumido el presidente Obama, creo que resulta obvio
quién está a favor de nosotros y quién no”.
A sus veintitantos años, Benita ya ha librado una difícil batalla para
evitar su deportación a México. En 2009, tras ser detenida por pasarse
una señal de tráfico, la policía de San Antonio, Texas, descubrió su
condición migratoria. Su batalla personal se convirtió en la de casi 2
millones de jóvenes que fueron traídos al país cuando sólo eran unos
niños y que hoy son los beneficiarios temporales de una directiva
presidencial de Acción Diferida que les permitirá conseguir un permiso
de trabajo y permanecer en el país hasta por dos años.
“Dicen que el presidente Obama ha actuado de forma electoral. Pero
yo prefiero ver esto como una enorme oportunidad para dar a conocer
nuestra causa, para que millones de ciudadanos nos escuchen, nos
conozcan y sepan que lo único que queremos es contribuir a la grandeza
de este país”.
En medio de un ambiente ajetreado, Benita reconoce que una de sus pasiones es Dios: “Ha sido la mano de Dios la que me ha traído hasta aquí”, pero también su familia, a la que debe el sentido de la solidaridad y del deber, y “esos millones de jóvenes a quienes admiro y hoy me siento muy honrada por el hecho de haberlos representado”.
WM
