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Estados Unidos.- Sin duda alguna, la pandemia del COVID-19, a más de dos años de ser declarada en el mundo, ha traído consecuencias psicológicas para las personas, como ansiedad, cansancio y depresión, pues, según los expertos, aunque ha habido más adaptación a los encierros, es imposible que haya una sensación de bienestar generalizado.
Huir del virus y evitar el contacto social para no enfermarnos, suele ser tedioso y lo olvidamos de un momento a otro; para muestra están las reuniones familiares de diciembre, que dejaron como consecuencia el repunte de los casos de contagio en todo el planeta.
Mientras que los países y los expertos médicos trabajan a marchas forzadas en la lucha por contener la propagación de Ómicron y Delta, las variantes que ahora predominan en gran parte del territorio, hay personas que prefieren exponerse al SARS-CoV-2 y dejar de escapar de él.
Esto se está reportando en un mayor grado en Estados Unidos, donde los conocedores de la salud están advirtiendo acerca de que esta no es la mejor ni la más sensata idea.
Aun cuando estas personas “rebeldes” estén vacunadas con su esquema completo, el contagio masivo es visto como una “ruleta rusa“.
La inmunobióloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, Akiko Iwasaki, menciona son varios los problemas que podrían surgir, pues, además de que no se puede conocer, en realidad, cómo será la gravedad de cada caso, las vacunas y refuerzos ya han demostrado que dan una protección sólida contra las variantes, por lo cual no se necesita un contagio para tener más anticuerpos.
La última y más poderosa razón son las afectaciones que estas personas, a quienes se les podría considerar como egoístas, podrían causar a terceros, quienes “ni la deben, ni la temen”, tal como reza el dicho mexicano.
“El cálculo de riesgo-beneficio aquí es muy claro para mí. El riesgo es mucho mayor que cualquier beneficio que pueda obtener”, dijo la experta.
